Segregación urbana, fronteras y etnicidad:

Consideraciones sobre el impacto de la política israelí en territorio palestino*

Roberto R. Rodríguez **

 

Resumen

A partir de la creación del Estado de Israel en 1948, se elaboraron políticas continuas que apuntaban a su consolidación progresiva, creación de fronteras provisionales, organización del territorio, controles militares, establecimiento de colonias, entre otras.

Actualmente, el territorio del pueblo palestino es el 22% de la Palestina histórica. El estado de Israel tiene el otro 78% de la región geográfica de Palestina. Oficialmente forman dos países, Israel y Palestina, este último dividido en dos fracciones de territorio separados que conocemos con los nombres de Gaza y Cisjordania. Aún con esta división política, la realidad es que Cisjordania está ocupada por el ejército israelí.

 

 

 

* Este artículo es una versión modificada de la ponencia presentada en VIII Jornadas Patagónicas de Geografía. Organización espacial y social: desafíos de la Geografía actual.

Facultad de Humanidades y Ciencias Sociales-Universidad Nacional de la Patagonia San Juan Bosco (UNPSJB). Comodoro Rivadavia, Chubut, Argentina. 10 y 11 de Abril de 2011.

** Profesor en Historia. Profesor Adjunto Cátedra Antropología Sociocultural. Universidad

Nacional de la Patagonia Austral-Unidad Académica San Julián (UNPA-UASJ). Santa Cruz, República Argentina

 

 

La presente ponencia tiene como objetivo abordar, desde las perspectivas de la Geohistoria y la Geografía urbana, las políticas implementadas por el Estado de Israel que no han estado dirigidas al desarrollo territorial, por el contrario, han contribuido a acrecentar la fragmentación y segregación en la región.

Palabras clave: colonización- etnicidad- fronteras- fragmentación urbana

Introducción El comienzo del conflicto entre palestinos-israelíes

En los años finales del siglo XIX, con el inicio de la colonización sionista en

Palestina, los judíos europeos debieron enfrentarse con el hecho de que su proyecto traería problemas inmediatos, dada la realidad étnica, religiosa y demográfica de Palestina, y precipitaba un conflicto con los habitantes nativos de ese territorio.

La demografía palestina y la cuestión de la tierra, en particular, fueron el núcleo del problema entre el proyecto del sionismo y los palestinos nativos.

Para una mejor comprensión del tema, es necesario entender qué fue el sionismo1. Básicamente fue una ideología o movimiento político interesado en la necesidad de crear un hogar nacional separado para los judíos, como una forma de auto-emancipación, y surgió durante la segunda mitad del siglo XIX. Comenzó como un fenómeno europeo, pero se convirtió en un movimiento colonial una vez que sus líderes decidieron llevar a la práctica su visión de un renacimiento nacional en la tierra de Palestina. Los objetivos esenciales de este movimiento consistían en el desarrollo de un Estado-nación moderno y en la gestación y consolidación de elementos étnico-nacionales.

 

1 Término acuñado por Nathan Birnbaum, que luego se consolidó en la obra de Theodor Herzl, El estado de los judíos, publicada en 1897 (Pappé 2007: 48-49); creemos conveniente, para evitar confusiones, establecer una diferenciación entre el “sionismo político” y el

“sionismo cultural”. Para esta última corriente no se trataba de crear un Estado, ni siquiera un movimiento político, sino más bien restituir a Palestina su rol histórico de centro espiritual del judaísmo.

Desde el punto de vista político, en ese lapso de más de cuarenta años, el territorio de Palestina estuvo dominado primero por el Imperio Otomano y luego bajo un gobierno conocido como “Mandato británico” (desde 1920). Y en lo social-económico, ese territorio estaba compuesto por distritos, con una economía básicamente agraria, basada todavía en buena parte en la explotación de los fellahin, los campesinos que dependían de los grandes propietarios, de los funcionarios del imperio, de los jeques tribales y de los usureros. En otras palabras, con una estructura social de patrones y clientes2. La región palestina y su población estaban experimentando importantes cambios, sobre todo en el régimen de propiedad del suelo y en la inserción capitalista en las explotaciones agrícolas.

Dicha inserción produjo un resquebrajamiento de las bases del sistema de patrón-cliente en las relaciones de producción y de propiedad del suelo, una fragmentación de las tierras comunales y de concentración de la propiedad, al tiempo que se sometía al campesinado palestino a una explotación cada vez más dura.

Es así que en este proceso de cambios, acaecido durante la segunda mitad del siglo XIX y la primera del siglo XX, se podía encontrar diferentes tipos de propiedad del suelo y de trabajo agrario. Entre ellos, la gran propiedad de los latifundistas quienes compraban el suelo como inversión y explotaban el trabajo de los campesinos palestinos y las tierras del Estado que posteriormente bajo el Mandato, constituyeron una importante reserva de suelo para la instalación de colonias judías.

Además, debemos tener presente que las crecientes compras de tierras por parte de las organizaciones sionistas fueron seguramente el factor más importante de tensión entre palestinos e inmigrantes judíos.

Sin embargo, a pesar de esta situación problemática experimentada por los palestinos nativos, ya hacia 1947 estos

constituían una mayoría étnica y poseían la mayor parte de la

 

2 Izquierdo Brichs 2007.

 

tierra. La comunidad judía (consecuencia de las primeras colonias judías de principios del siglo XX) era aproximadamente una tercera parte de la población total y, luego de cinco décadas de compra de tierras, poseía tan solo el 6% de ellas3.

Los       proyectos        de Transferencia y creación        del        Estado        de

Israel: el comienzo de la Nakbah

Nur Masalha, en sus estudios sobre la expulsión de los palestinos en 19484, señala que en las postrimerías del siglo XIX se fue gestando dentro del sionismo la idea del desierto civilizacional o tierra vacía de Palestina5. Esta idea, junto con la fuerte convicción de que la tierra de Israel pertenecía exclusivamente al pueblo judío en su totalidad (recurriendo con énfasis a la Biblia), dio lugar a la conclusión de que la población nativa debía dar lugar a los recién llegados.

De esta manera, las organizaciones sionistas propagaron en Occidente la idea de una tierra sin pueblo para un pueblo sin tierra, slogan que apareció primero en escritos de la prensa británica, hacia 1914.

Algunos intelectuales, como por ejemplo Israel Zangwill, proponían que, dado que Palestina tenía una densidad demográfica que doblaba a la de Estados Unidos, y como ni el 25% de los pobladores eran judíos, había que expulsar a través de la fuerza a los palestinos, como lo hicieron sus ancestros6.

Mientras las compras de tierras por las organizaciones sionistas se mantuvieron relativamente limitadas durante el período del Mandato (6% hasta 1948), la inmigración judía a Palestina empezó a erosionar la gran superioridad numérica de los palestinos7.

 

3 Masalha 2005: 19. 4 Masalha 2008: 17.

5  El mito de una tierra sin un pueblo no es solo un elemento infausto de la propaganda sionista inicial, sino que está presente en casi toda la historiografía israelí sobre la creación del Estado de Israel (Masalha 2005:22-23); Pfoh 2005: 107-125.

6  Masalha 2008:19.

7  En 1917, los judíos constituían el 10% de la población. Se elevaron al 17% en 1931 y al 33% en 1940 (Masalha 2008: 24).

La creciente conciencia árabe de los objetivos sionistas en Palestina, reforzada por las demandas de irrestricta inmigración judía y de transferencia sin obstáculos de tierras palestinas al control judío que generaban una pauperización de las aldeas rurales, desencadenaron protestas populares cada vez mayores hasta desembocar en la gran rebelión de base campesina de 1936-1939. Luego de un tiempo, fuerzas militares británicas consiguieron terminar estas revueltas y muchos líderes palestinos se exiliaron. Durante este proceso muchos aldeanos involucrados fueron arrestados o ejecutados8.

Mientras tanto, líderes sionistas habían diseñado planes para una Palestina exclusivamente judía: primero, en 1937, aceptando una porción de territorio modesta cuando respondieron favorablemente a una recomendación de la Comisión Peel para dividir Palestina en dos estados soberanos (uno judío y el otro árabe)9; y segundo, en 1942, exigiendo toda Palestina para ellos.

Dadas las realidades demográficas de la época, cualesquiera que fuesen los límites ideados para la partición de Palestina, inevitablemente resultarían en gran cantidad de árabes y también grandes extensiones de tierra de propiedad árabe que se convertirían en parte de cualquier Estado judío que pudiera crearse. De esta manera, la noción de transferencia fue una acompañante natural de la idea de la partición. Sin embargo, dicha noción llevó en la práctica a la idea de una transferencia forzosa, pues las organizaciones sionistas no aceptaban la idea de una mayoría árabe residente en territorio asignado al nuevo

Estado judío.

      Dicha     idea     se     consolida     durante     la     guerra     fundacional      de

1948, a través de la realización de la denominada limpieza étnica10.

 

8 Pappé 2007: 37; Masalha señala que la inmigración judía continuaba elevándose, con la creciente persecución de los judíos en Europa: de 30.000 en 1933 a 42.000 en 1934, y 61.000 en

1935. Así entre 1931 y 1936, la población judía se elevó del 17,8% al 29,5% (Masalha 2008: 53).

9                    Las fronteras de estos Estados se definieron según criterios de concentración de población árabe y judía, aunque el entrevero de las dos comunidades hacía imposible la creación de Estados homogéneos. (Izquierdo Brichs 2007).

10                 El historiador Ilan Pappé considera adecuado utilizar este término para la historia de Palestina, pues es la expulsión mediante la fuerza con el fin de homogeneizar una población, heterogénea desde el punto de vista étnico, en una región o territorio particular. El propósito de la expulsión es causar la evacuación de tantos residentes como sea posible, por todos los medios a disposición del expulsor, incluidos los no violentos. (Pappé 2008: 20-21).

Esta estrategia es conocida a través del Plan Dalet, que contenía un repertorio de métodos de limpieza. Básicamente era un programa de eliminación del mayor número posible de palestinos y constituía la base ideológico-estratégica para la destrucción de localidades palestinas y la expulsión de sus habitantes a manos de la oficialidad judía.

Más de quinientas localidades (aldeas y pueblos) donde vivían los palestinos fueron limpiadas étnicamente en el período 1948-195011. La sistematicidad estaba en los métodos empleados, que consistían primero en aterrorizar a la población mediante bombardeos y asedios, realizar ejecuciones o masacres para inducir a otros a abandonar el lugar. Mientras el principal objeto de las expulsiones y matanzas fue la población urbana de Palestina, posteriormente la víctima de esta política fue la población que vivía en las zonas rurales. De los 850.000 palestinos que habitaban los territorios que Naciones Unidas había designado como parte del nuevo Estado de Israel, solo vivían en su tierra y en sus casas (o cerca de ellas), 160.000. Los que se quedaron se convirtieron en la minoría palestina. Este conjunto de sucesos es conocido por los palestinos con el nombre de Nakbah (la catástrofe)12.

El campo estaba arruinado. Más de la mitad de las aldeas habían sido arrasadas por las máquinas excavadoras israelíes que comenzaron a funcionar a partir de 1948, cuando el gobierno consideró necesario convertirlas en tierra cultivable o construir nuevos asentamientos judíos sobre sus ruinas. Núcleos urbanos fueron destruidos de manera similar. En las ciudades de población mixta se destruyeron los barrios palestinos, salvo unos pocos que se dejaron vacíos para ser poblados posteriormente por inmigrantes judíos que provenían de territorios árabes13. Tres cuartas partes del millón de palestinos se convirtieron en refugiados. Era casi el 90% de la población que vivía en el territorio designado como

Estado judío14.

 

11  Qumsiyeh 2007: 56.

12  El término Nakbah se adoptó, por razones comprensibles, en un intento de contrarrestar el peso moral de la Shoa (Pappé 2008: 16).

13  Pappé 2007: 197; un claro ejemplo de “expulsión terminante” es el caso ampliamente documentado de las ciudades gemelas de Lydda y Ramle en julio de 1948. Más de 60.000 palestinos fueron expulsados de ellas, casi el 10% del éxodo total (Masalha 2005: 42).

14  En la actualidad, los refugiados y sus descendientes son más de 5 millones que reclaman su derecho al retorno a sus casas y tierras.

En 1967, Israel lanzó una guerra que tuvo como consecuencia la ocupación del restante 22% de Palestina geográfica, incluida Jerusalem oriental, así como el Sinaí egipcio y las Alturas del Golan sirias. Luego, Israel realizó un censo general del territorio recién ocupado. Todos los residentes que estaban fuera del área por diversos motivos (estudios, trabajo, visita a parientes, vacaciones, etc.) fueron considerados “ausentes”, y por lo tanto se les negó el derecho a residir en Jerusalem o en las áreas ocupadas. Sus tierras fueron adquiridas por la Agencia Judía como “propiedad de ausente”. Constituía una reiteración del desplazamiento de 1948, pero en escala menor15.

Desde entonces, estas medidas nefastas para los habitantes palestinos fueron aplicándose, en distintos grados, hasta principios de los años noventa del siglo XX. Tierras pertenecientes a más de 750.000 refugiados (que tenían prohibido el retorno) fueron confiscadas, y a la restante minoría palestina fue sometida a leyes y regulaciones que la privaba del disfrute electivo de buena parte de su tierra.

Economías y sociedades: problemas pendientes

Actualmente, en el aspecto demográfico, décadas de exilio palestino y colonización judía no han cambiado mucho las situaciones en Palestina. En efecto, el crecimiento y la inmigración, a partes iguales, han hecho pasar la población judía de 600.000 a

5 millones.

Aunque los israelíes han conquistado y desalojado el territorio palestino, prefieren vivir agrupados en un medio urbano, con todas las comodidades modernas, bien abastecidos. Hoy en día, el 77% de los israelíes viven en el 15% del territorio israelí, y el

21% viven en las que fueran ciudades palestinas o “ciudades en desarrollo”, donde el nivel de vida es bajo. Pobladas de judíos

orientales y rusos de inmigración reciente, las ciudades de

 

15 En 1947-48, unos 800.000 fueron convertidos en refugiados, mientras que en 1967 el número fue de unos 300.000 (Qumsiyeh 2007: 89).

 

 

desarrollo adolecen de unas condiciones económicas deficientes. Luego está el 2% restante, los habitantes de los kibutz, unos 160.000 israelíes que controlan, con el ejército, el 85% del territorio de Israel16.

Las fincas palestinas expoliadas en 1948, que habían pasado a pertenecer “para siempre” al pueblo judío, se están vendiendo como bienes raíces a cualquier comprador, siempre que sea judío. Muchas tierras confiscadas, además de aquellas pertenecientes a las aldeas palestinas despobladas, fueron destinadas a parques y zonas arboladas. A éstas se las designó “áreas públicas protegidas”, para impedir el regreso de los ex-propietarios y para recaudar dinero de los programas de forestación17. Fueron una buena fuente de ingresos estatales adicionales cuando el

Fondo Nacional Judío creó programas “plantar árboles en Israel” y promovió la idea de “volver verde el desierto”. Se plantaron árboles no nativos en fértiles tierras agrícolas palestinas.

La proporción de los trabajadores palestinos que trabajaban en la agricultura ha bajado drásticamente del 70% de todos los palestinos en 1948 a menos del 7% en el año 2000. Además no se permitió el desarrollo industrial en las restantes aldeas palestinas. Muchas ni siquiera fueron reconocidas, de modo que no reciben servicios del Estado, tales como cloacas y agua.

Cuando hay momentos de mejoras en la economía de Israel, se da un cierto “goteo hacia abajo” con apertura de empleos de poca remuneración (en la construcción, restaurantes, etc.) para los rangos más bajos de la sociedad. Y en momentos de crisis económica los palestinos de Israel eran los primeros en sufrir el desempleo masivo.

Desde la década de 1990, fueron evidentes los cambios económicos y políticos a escala global, y la política y la economía palestinas e israelíes debieron adaptarse a esos cambios. El mundo árabe estaba dividido y muchos palestinos perdieron sus

empleos en los países árabes ricos en petróleo. Para consolidar

 

16  Abu Sitta 2004: 107-123.

17  Qumsiyeh 2007: 169.

la hegemonía en el área entre el Mediterráneo y el río Jordán, la política israelí debía contener las aspiraciones de independencia del pueblo palestino, globalizar la economía de Israel y asegurar la aceptación de Israel por parte de la comunidad mundial.

Por ello, se iniciaron cambios imprevistos: el aislamiento de los palestinos, en áreas cada vez más restringidas y densamente pobladas, eliminó la provisión de mano de obra barata, que debió ser reemplazada por trabajadores extranjeros, tanto legales como ilegales. Se acrecentó el número de asentamientos israelíes en los Territorios Ocupados18 entre 1993 y 2000, duplicándose la producción industrial judía en esas áreas19.

Industrias de alta tecnología florecieron para beneficio de un segmento de la sociedad israelí. Empezó a disiparse el aislamiento de Israel respecto de otros países, abriéndose mercados y colaboraciones en proyectos conjuntos. En contraste, los palestinos de las áreas ocupadas vieron la desaparición incluso de los empleos que habían tenido. El control sobre el movimiento de los palestinos y los controles estrictos sobre importaciones y exportaciones, supuestamente permitidos bajo los Acuerdos de Oslo de 1995, aseguraron la parálisis de todo desarrollo palestino económico endógeno.

La instalación creciente de puntos fronterizos internos y externos produce el aislamiento de ciudades palestinas de Cisjordania y Gaza, entre sí y separadas del resto de aldeas y pueblos. La consecuencia inmediata y extremadamente grave de tal división territorial es una gran segregación urbana, la falta de movilidad, tanto de personas como de mercancías, lo que hace que la situación, a causa de los cierres aleatoriamente impuestos por Israel, sea a menudo verdaderamente dramática, dado que muchas áreas (y en especial Gaza) quedan desabastecidas de productos procedentes del exterior, mientras que los suyos, perecederos, se les echan a perder al no poder ser transportados a destino; personas heridas o gravemente enfermas mueren por no

 

18  Denominados así a los territorios capturados a Siria (los Altos del Golán), a Egipto (península del Sinaí), Gaza, Cisjordania y Jerusalem Este.

19  Murado 2006: 30-35.

poder ser trasladadas a los hospitales; otras no pueden acceder a sus puestos de trabajo, o a la universidad. Todo ello deteriora la calidad de vida y la economía palestina en su conjunto.

A los problemas antes apuntados, hay que añadir la cuestión de un recurso fundamental: el agua. En efecto, un informe elaborado en el 2000 por la Comisión de Derechos Humanos de la ONU informaba que:

-                las prácticas de ocupación que afectan el ambiente natural de los territorios ocupados incluyen la degradación de la infraestructura, la confiscación de tierra, el agotamiento del agua, el desarraigo de árboles, el vaciamiento de desechos tóxicos y otras contaminaciones. Ese derecho inherente al pueblo palestino es también asunto de las obligaciones del Estado de Israel según, entre otros, del Pacto Internacional sobre Derechos Económicos, Sociales y Culturales, que ratificó en 1991.

-                los derechos al agua de los palestinos incluyen el agua subterránea de los acuíferos de la Ribera Occidental y de Gaza, además de sus porciones correspondientes de las aguas del río Jordán como ribereños.

En la actualidad, Israel extrae más del 85% del agua palestina de los acuíferos de la Ribera Occidental, lo que significa alrededor del 25% del agua que usa Israel. Como consecuencia de las restricciones israelíes, en el presente los palestinos usan 246 millones de metros cúbicos de sus recursos hídricos para proveer a casi 3 millones de personas, tanto en la Ribera Occidental como en la Franja de Gaza, en sus necesidades domésticas, industriales y agrícolas. Eso se compara con el uso por parte de Israel de 1.959 millones de metros cúbicos para su población de alrededor de 6 millones. Ello reduce el consumo de agua por los palestinos a 82 m3 per capita, comparados con los 340 m3 para los ciudadanos y colonos israelíes20.

Bichara Khader destaca que la construcción del “muro de la vergüenza”, que Israel denomina más pudorosamente “barrera

de seguridad”, ha agravado aún más la situación hídrica de los

 

20 Qumsiyeh 2007: 176.

territorios palestinos ya que numerosos pueblos palestinos se han visto desprovistos no solo de sus tierras, sino también de sus fuentes y de sus pozos21. Esta situación, en la que destaca no solo el despilfarro, sino sobre todo la injusticia, será cada vez más insostenible. A pesar de que se haya llegado a algunos acuerdos, las tensiones respecto el control del agua seguirán crispando las relaciones entre Israel y sus vecinos.

El peor de los males: la construcción del Muro

La construcción del Muro fue aprobada por el gobierno de Israel en el año 200222. Cuando se termine tendrá 750 km de largo y en muchas partes alcanzará los 8 metros de altura. Es una zona de amortiguación integral, incluye zanjas, alambre de espino y defensas electrificadas con numerosas torres vigía, sensores electrónicos, cámaras de visión térmica, cámaras de video, vehículos aéreos no tripulados, torres de francotiradores y carreteras para los coches patrulla23.

La erección del muro ya ha alterado la vida de más de 200.000 palestinos a los que se desalojó de sus casas o se les impidió el acceso a las tierras donde tenían sus olivares. De modo similar, empresarios y trabajadores no pueden acceder a su lugar de trabajo, ni los niños a la escuela, ni los estudiantes al colegio o a la Universidad respectiva. Cuando el muro esté terminado, casi la mitad de la población de Cisjordania se verá afectada de tal modo, que en el mejor de los casos verá perjudicado solo su nivel de vida, mientras en el peor se quedará sin empleo y sin vivienda.

Según informes elaborados por organismos gubernamentales y no gubernamentales (como Naciones Unidas, Amnistía Internacional), la construcción de la Barrera dificulta el movimiento entre poblaciones y ha ocasionado la pérdida de

tierras de la población palestina, serias dificultades para acceder

 

21  Khader 2007: 53-63.

22  También recibe otras denominaciones como “Muro de Cisjordania”, “Muro del Apartheid”,

“Muro de la vergüenza” ó “Valla de seguridad”.

23  Pappé 2007: 396.

 

a la atención médica en Israel, el aumento de los controles del ejército israelí y efectos negativos en la demografía y economía palestinas24.

También contamos con un informe presentado en 2007 por la Oficina para la Coordinación de Asuntos Humanitarios de la ONU en los Territorios Ocupados Palestinos25, donde se especifica que la barrera que separa Jerusalén Este del resto de Cisjordania ha provocado una serie de perjuicios en la vida de los habitantes palestinos de Jerusalén y ciudades adyacentes, que se pueden resumir en:

-            Descenso del 50% de los palestinos que visitan los hospitales especializados de Jerusalén, como consecuencia de la dificultad para conseguir el permiso necesario para acceder a los mismos, expedido por las autoridades israelíes.

-            Familias enteras han sido dividas por la Barrera. Maridos han sido separados de sus mujeres y los hijos de otros familiares.

-            Los palestinos musulmanes y cristianos no pueden visitar libremente los santos lugares de Jerusalén, debido a la creciente dificultad para obtener los permisos que les permitirían acceder a los mismos.

-            Los estudiantes y universitarios deben enfrentarse cada día a los checkpoints controlados por el ejército israelí para poder acceder a los centros educativos que han quedado al otro lado de la Barrera.

-            Comunidades enteras, como las 15.000 personas que viven en los pueblos del enclave de Bir Nabala, han quedado totalmente rodeadas por la Barrera. El movimiento entre este enclave y Ramala se produce por un túnel que pasa bajo una autopista restringida para uso exclusivo de los vehículos israelíes.

24  Qumsiyeh 2007: 257.

25  Jerusalén Este: el impacto humanitario de la barrera de Cisjordania (http:/ / www. ochaopt.org/ documents/Jerusalem-30July2007. pdf), informe de la OCHAOPT, junio de 2007 (en inglés) Fecha de consulta: 13/02/2011.

A manera de cierre

A partir de la creación del Estado de Israel en 1948, se elaboraron políticas continuas que apuntaban a su consolidación progresiva, mediante creación de fronteras provisionales, organización del territorio, controles militares, establecimiento de colonias, entre otras.

El tema de la demografía y la cuestión de la tierra estaban en el corazón mismo de la mentalidad y de los planes de transferencia sionistas de los años 30 y 40. En 1947 los palestinos constituían la inmensa mayoría del país y poseían la mayor parte de la tierra, y la comunidad judía (en su mayoría inmigrantes y colonos europeos) representaba aproximadamente una tercera parte de la población total y poseía cerca de un 6% de la tierra. El refrendo general favorable a la “transferencia” de aquellos años buscaba dos objetivos esenciales: a) vaciar la tierra para los colonos y futuros inmigrantes judíos; b) establecer un Estado judío homogéneo.

La guerra de 1948 les brindó la oportunidad de alcanzar muchos de sus objetivos; pero sobre todo, pudieron establecer un Estado judío mucho más extenso, que ocupaba el 77% de la Palestina histórica. Cerca de un 90% de los palestinos de los territorios ocupados en 1948 por Israel fueron expulsados, la mayoría mediante la guerra psicológica o la presión militar, y otros mediante destrucción de localidades palestinas. Montones de pruebas disponibles, informes de organizaciones gubernamentales/no gubernamentales demuestran que el éxodo palestino iniciado a partir de 1948 fue la culminación de más de medio siglo de esfuerzos, planes secretos y, en última instancia, de fuerza bruta.

Las sucesivas políticas del Estado israelí se destinaron a consolidar el poder y la dominación de la nueva mayoría judía. Un factor esencial de ese empeño fue y sigue siendo la prohibición del retorno de los refugiados palestinos, un objetivo que han utilizado hasta la actualidad como premisa fundamental de la política israelí hacia los refugiados.

A partir de la construcción del Muro en 2002 se agudizó la destrucción de la economía palestina, condenando a una segregación urbana a muchas localidades, y la erosión del nivel de vida de la sociedad palestina.

 

 

Bibliografía consultada

Abu Sitta, S., “Un país borrado del mapa”, en Mardam-Bey, F. Y Sanbar, E. (comps.), El derecho al retorno. El problema de los refugiados palestinos. Madrid: ediciones del oriente y del mediterráneo, 2004.

Izquierdo Brichs, F., “Las raíces del apartheid en Palestina: la judaización del territorio durante el Mandato británico”, en Scripta Nova. Revista electrónica de Geografía y Ciencias Sociales.

Barcelona:    Universidad    de    Barcelona,    agosto    de    2007,    Vol.     XI,

Num. 246,   http://www.ub.es/geocrit/sn/sn-246.htm consulta: diciembre de 2010).

     (fecha          de

Khader, B., “Colonialismo hídrico en Oriente Papeles N° 97. Madrid: 2007, pp. 53-63.

     Medio”,      en

Masalha, N., Políticas de la negación. Israel y palestinos. Barcelona: Bellaterra, 2005.

los     refugiados

      Masalha,      N. Expulsión      de      los      palestinos.      El

concepto        de

“transferencia” en el pensamiento político sionista. 1882-1948. Buenos Aires: Canaán, 2008.

Murado, M., La segunda Intifada. Historia de la revuelta palestina. Madrid: ediciones del oriente y del mediterráneo, 2006

Pfoh, E., “La historia antigua de Palestina a la luz de las recientes revisiones de la historia antigua de Israel. Aspectos ideológicos y políticos en torno al conflicto palestino-israelí”, en Relaciones Internacionales N° 28. La Plata: Universidad Nacional de la Plata, 2005.

Pappé, I., La limpieza étnica de Palestina. Barcelona: Crítica, 2008.

Pappé, I., Historia de la Palestina moderna. Un territorio, dos pueblos. Madrid: Akal, 2007.

Qumsiyeh, M.B., Compartir la tierra de Canaán. Los derechos humanos y el conflicto israelí-palestino. Buenos Aires: Ed. Canaán, 2007.

 

ANEXO

 

 

 

 

Figura 2. Mapa de Cisjordania con el trazado del Muro en rojo (julio de 2006)

 

 

Fotografía de una sección del “Muro de la Vergüenza” Extraído de http://alrebullon.blogspot.com.ar

 

 

Otra fotografía del Muro.

Extraído de http://alrebullon.blogspot.com.ar