Acta Académica, 64, Mayo 2019, ISSN 1017-7507
Mesoamérica, Ticiotl, Ticitl, Tepatl, Awápa*
María Mayela García-Ugalde**
Resumen:
“De maíz amarillo y de maíz blanco se hizo su carne”, nos narra el Popol Vuh. La hipótesis de la aloctonía plantea que el hombre americano no es autóctono, sino que vino del exterior. Basados en esa hipótesis se han planteado varias teorías: la teoría del origen único y la teoría de los múltiples orígenes. El antropólogo y lingüista Franz Boas demostró que no todas las lenguas americanas son polisintéticas y aglutinantes, que no existe un carácter común entre ellas. Entre 2500 a. C. y 1521 d. C. gran parte del territorio que ahora ocupan México y algunos países centroamericanos, cobijó una de las extensiones del mundo antiguo, una etapa cultural distinguida como Mesoamérica. El territorio de Mesoamérica es de riqueza natural, con gran potencial productivo y de intercambio, los factores fundamentales en la integración de la zona mesoamericana. Los mayas fueron uno de los pueblos importantes de la cultura precolombina que habitó en la Península de Yucatán. Su legado científico y astronómico es importante. Copán, uno de los sitios más importantes de la antigua Civilización Maya, fue el centro ceremonial y científico del período Clásico que más contribuyó al desarrollo de la astronomía y la integración cosmogónica. El chamanismo es el ejercicio de una clase de creencia tradicional con características de animismo que afirma la capacidad de diagnosticar y de aliviar. La magia, la medicina y la religión formaban un triunvirato que constituía el eje medular de estas culturas. El tícitl, el médico, relacionó su teoría médica con elementos mágicos, dando la práctica de una medicina empírica cosmogónica. Diversas especialidades médicas reflejan el arte de curar. Las culturas mesoamericanas situaron su origen divino en el encuentro del maíz y la serpiente, de la tierra y el sol. La bipolaridad frio - calor era un eje esencial del pensamiento médico prehispánico al igual que en la antigua China. Entre ellos el vínculo entre religión y medicina es indisoluble. La Medicina en Mesoamérica trata de un saber médico propio, autóctono, que afloró como expresión ante enigmas del entorno, sobre la salud, la higiene y la debilidad o fortaleza ante la enfermedad.
Palabras claves: MESOAMÉRICA - PREHISPÁNICA - MEDICINA - COSMOGONÍA.
Abstract:
“From yellow corn and white corn became its flesh” the Popol Vuh tells us. The hypothesis of the aloctonía raises that the American man is not autochthonous, but it came from the outside. Based on this hypothesis, several theories have been proposed: the theory of the single origin and the theory of multiple origins. The anthropologist and linguist Franz Boas showed that not all American languages are polysynthetic and binding, that there is no commonality between them. Between 2500 a. C. and 1521 d. C. much of the territory that now occupy Mexico and some Central American countries, sheltered one of the extensions of the ancient world, a cultural stage distinguished as Mesoamerica. The territory of Mesoamerica has a natural wealth, with great productive potential and potential for exchange, which are the fundamental factors in the integration of the Mesoamerican zone. The Mayans were one of the important peoples of the pre-Columbian culture that lived in the Yucatan Peninsula. His scientific and astronomical legacy is important. Copán one of the most important sites of the ancient Mayan Civilization, was the ceremonial and scientific center of the Classic period that most contributed to the development of astronomy and cosmogonic integration. Shamanism is the exercise of a traditional belief class with characteristics of animism that affirms the ability to diagnose and alleviate. Magic, medicine and religion formed a triumvirate that constituted the core of these cultures. The tícitl, the doctor, related his medical theory with magical elements, giving the practice of a cosmogonic empirical medicine Diverse medical specialties reflect the art of healing. The Mesoamerican cultures placed their divine origin in the encounter of the corn and the serpent, of the earth and the sun. Cold - heat bipolarity was an essential axis of prehispanic medical thinking as in ancient China. Among them, the link between religion and medicine is indissoluble. The Medicine in Mesoamerica treats of a own, autochthonous medical knowledge, that appeared as expression before enigmas of the surroundings, on the health, the hygiene and the weakness or fortitude before the illness.
Keywords: MESOAMERICA - PREHISPANIC - MEDICINE - COSMOGONY.
Recibido: 7 de octubre del 2018.
Aceptado:
Primero “todo estaba en suspenso, todo en calma, en silencio, todo inmóvil, callado y yacía la extensión del cielo. No se manifestaba la faz de la tierra. Solo estaba el mar en calma y el cielo en toda su extensión” … “Así fue en verdad como se hizo la creación de la tierra: ¡Tierra!, dijeron y al instante fue hecha” … “Hicieron a los animales pequeños del monte, los guardianes de todos los bosques…, los venados, los pájaros, leones, tigres, serpientes, culebras…”, “De maíz amarillo y de maíz blanco se hizo su carne, de masa de maíz se hicieron los brazos y las piernas del hombre”, nos narra el Popol Vuh, libro del Consejo de los Antiguos del Quiché, (Popol Vuh).
La hipótesis de la aloctonía plantea que el hombre americano no es autóctono, sino que vino del exterior, desde otro lugar, de acullá, allende del mar, desde otras tierras muy lejanas. Basados en esa hipótesis se han planteado varias teorías: la teoría del origen único que considera que los habitantes de América llegaron desde Asia atravesando el Estrecho de Bering, desde la Beringia, desde Asia hasta Alaska, largo recorrido en un largo espacio de tiempo, hace 15.000 años…, largo espacio de tiempo, tiempo muy largo. De esta manera la raza protomongólica desplegó su acción en el Hemisferio Occidental, dejando su marca, estampando su huella en el biotipo americano. En América los descendientes mongólicos erigieron grandes civilizaciones, deslumbrantes, luminosas sobre bases neolíticas. Cada una de ellas representa una evolución, un movimiento, un crecimiento, desarrollo.
La evolución ininterrumpida desde los orígenes de la última edad de piedra, desde las pre-puntas de flecha dejadas durante la Glaciación Wisconsin, en su recorrido por el continente, de los cazadores y recolectores nómadas. Nómadas, andantes, viajeros que caminaron, que se adentraron en el continente provenientes del Valle del Yukón en Alaska. Y recorrieron, viajaron, viajaron y llegaron y construyeron y edificaron y se perpetuaron.
La teoría de los múltiples orígenes, planteada por Paul Rivet (Rivet, P. 1943), contempla que América fue poblada por cuatro tipos humanos diferentes que vinieron en distintas oleadas, como miríadas de estrellas esparcidas por el extenso territorio, distantes en el tiempo, distantes en el espacio y desde diversos lugares. Esta teoría acepta que la mayoría de las inmigraciones alcanzaron América a través de la Beringia, hace aproximadamente unos 15.000 o 20.000 años a.C., provenientes desde Mongolia y Siberia. Pero también asegura que existe un tipo cultural diferente al mongoloide, que habría llegado a través del Pacífico, por el gran océano, desde el sureste asiático, Malasia, Polinesia y también de Australia. Fundamenta su hipótesis en las diferencias físicas y lingüísticas existentes entre variados grupos indígenas que ocupan el continente. Además, sostiene que, en aquellas épocas, el camino, la comunicación a través de las aguas era mucho más frecuente y más fácil que a través del terreno. Argumenta grandes similitudes físicas entre los cráneos de los patagones y de los australianos, el predominio del grupo sanguíneo 0 en ambos grupos. La tercera oleada que arribó a América, según Rivet, aportó el elemento melanesio-malayo-polinesio sustentado en el tipo dolicocéfalo, común entre algunos grupos indígenas americanos y melanesios. El predominio del grupo sanguíneo 0 y el uso de armas comunes como cerbatanas, mazos, arcos, hondas y el atlatl o propulsor (que tuvo una amplia distribución entre los pueblos precolombinos, especialmente los mexicas, los mayas de México y Guatemala, y entre los moches y los nazca en Perú).
Recientemente fueron hallados restos femeninos, genéticamente intactos, en una cueva subterránea bajo el agua, a 40 metros de profundidad, en Talum, Quintana Roo, México, los llamaron Naia (de Náyades, ninfa del Agua) y se le adjudicaron 12,900 años de antigüedad según la datación del carbono 14. Los científicos del Instituto Nacional de Antropología e Historia de México (INAH) declararon que tienen origen siberiano (Jorge Durand, 2014). Este hallazgo refuerza la teoría de las migraciones a través del Estrecho de Bering. El ADN mitocondrial de Naia reveló un nexo entre los nativos americanos modernos principalmente de América del Sur a través del hablogrupo D1 y los paleoamericanos, (Hodges, Glen, 2014).
El antropólogo y lingüista Franz Boas demostró que no todas las lenguas americanas son polisintéticas y aglutinantes, esto es que tienen palabras que se traducen como una oración completa. Que no existe un carácter común entre ellas. Y según el antropólogo Paul Rivet, como ya mencionamos, el estudio de los grupos sanguíneos no respalda tampoco un argumento a favor de un origen exclusivamente asiático de los indios americanos. Al respecto escribió: “Estos (los amerindios) se caracterizan, en conjunto, por una fuerte proporción del grupo O. En los pueblos asiáticos prevalecen el grupo B o el grupo A, mientras que el porcentaje del grupo O es siempre débil.” (RIVET, Paul. 1943). El portugués Méndes Correa fue el principal defensor de una teoría de inmigración procedente de Australia, surgida a través de la Antártida, la Terra Australis de los griegos. Según Méndes, los australianos utilizaron balsas sencillas para llegar a Tasmania, las islas Auckland y la Antártida. El gélido continente pudo ser atravesado cuando gozaba de un “óptimun climáticus” (período de clima óptimo), unos 5 000 años a.C., durante el Holoceno, en el que la temperatura se hizo más suave y distintos casquetes glaciares desaparecieron o perdieron volumen, lo que provocó un ascenso en el nivel del mar. Entonces, según esto, los primeros habitantes pudieron llegar por el sur, no por el norte…, ¿o por el sur y por el norte...?
Entre 2500 a. C. y 1521 d. C. gran parte del territorio que ahora ocupan México y algunos países centroamericanos, cobijó uno de los crecimientos más excepcionales del mundo antiguo. Este período de tiempo marca el área caracterizada por un momentum, una etapa cultural distinguida como Mesoamérica. Mesoamérica la grande, la magnífica, la majestuosa Mesoamérica. La espectacular cultura mesoamericana con su gran diversidad lingüística y étnica. Mesoamérica la añosa, la milenaria, fue entorno de numerosos pueblos, algunos de los cuales levemente han empezado a ser investigados, escudriñando el pasado y los grandes secretos que enclaustra.
El territorio de Mesoamérica es de extraordinaria riqueza natural y abarca desde extensos litorales marinos hasta altas montañas, cada uno con un gran potencial productivo y una gran disponibilidad de materias primas específicas. Esa diversidad ecológica, ese realismo mágico se vio reflejado en la multiplicidad de las culturas que la habitaron y propició el establecimiento, desde épocas tempranas, de redes de intercambio que fueron uno de los factores fundamentales en la integración de la zona mesoamericana.
Se considera que las culturas mesoamericanas se desenvolvieron desde el siglo XV a.C. hasta el siglo XII a.C. Se desarrollaron diversos grupos culturales y sociedades que se relacionaban entre sí a través del comercio, pero también de los enfrentamientos armados. Cada una de ellas tuvo su propio período de nacimiento, apogeo y decadencia.
Como se trataba de sociedades sedentarias, esto les permitió el avance, el progreso, el adelanto y el impulso de la ciencia matemática y la astronomía, cuyo estudio fue el pilar para el desarrollo técnico y económico al facilitar las pautas sobre los trabajos agrícolas, así con la producción e influir en el mantenimiento de una “casta” muy especializada destinada a la investigación y planificación. La creación de una escritura y de complejos sistemas de gobierno y religión.
Mesoamérica no tiene límites fijos, ya que las culturas permutaron y se trasladaron con el paso del tiempo. Sin embargo, se considera que, de forma general, Mesoamérica se desplegó en los territorios que actualmente están ocupados por el área meridional del actual México, Guatemala, Belice, El Salvador, las áreas occidentales de Honduras, Nicaragua y Costa Rica.
Cuando Cristóbal Colón tocó tierra americana, el imperio inca o Tahuantinsuyo del sur, estaba en la cúspide de su desarrollo, abarcando una superficie de aproximadamente 4.700 kilómetros. Al norte, los aztecas o mexicas eran un pueblo de filiación nahua, aguerrido que dominaba el centro y sur de México. Se presume que puede haber existido algún tipo de intercambio, reciprocidad o relación entre ambos grupos.
Los mayas eran otro de los pueblos importantes de la cultura precolombina que habitó en la Península de Yucatán, en Mesoamérica. Su legado científico y astronómico es importante. Entre los pueblos mesoamericanos, la observación de los astros era de vital importancia para el desarrollo de la vida material y espiritual. Ellos eran observadores astutos, sensibles a la naturaleza cíclica del sol, de la luna y de los planetas. La Vía Láctea era venerada, la llamaron el Árbol del Mundo. Copán uno de los sitios más importantes de la antigua Civilización Maya, fue el centro ceremonial y científico del período Clásico maya que más contribuyó al desarrollo de la astronomía y la integración cosmogónica.
Se destaca también la riqueza de su literatura en obras como el Popol Vuh, en el cual se explica el origen del mundo y de los pueblos mayas. Es interesante la creación de obras de teatro y la experiencia en la dramaturgia. El testimonio es la obra teatral titulada Rabinal Achí (El Señor de Rabinal), es el único drama completo que se ha salvado desde la conquista, su contenido parece ser la única esfera en el sustrato cultural indígena que no desapareció por la cultura cristiana y además se conservó e impuso sus formas eternas, inmortales, perpetuas. Los cantares de Dzitbalché es un hermoso libro de poesía que manifiesta el grado de evolución artística y pensamiento abstracto, incluye la mayoría de la poesía lírica antigua maya que ha sobrevivido, que logró resistir, permanecer, que ha subsistido.
El chamanismo es el ejercicio de una clase de creencia tradicional con características de animismo que afirman la capacidad de diagnosticar y de aliviar el sufrimiento del ser humano. Sí, diagnosticar, prescribir y aliviar. Los chamanes intervienen con el mundo de los espíritus y forman una relación especial con ellos, integrando al individuo en la gran esfera del cosmos. Estos individuos declaran tener la capacidad de controlar el tiempo, profetizar, interpretar los sueños, usar la proyección astral y viajar al supramundo y al inframundo.
Las tradiciones y el ejercicio del chamanismo han existido en todo el mundo desde épocas prehistóricas. Los chamanes constituían una institución indígena que reflejaba conceptos cosmológicos, procesos psicológicos y normas raciales que se caracterizan por recurrir a trances hipnóticos en sus actuaciones curativas, sanadoras y armonizadoras. El chamán era considerado parte dios y parte hombre y se caracterizaba sobre todo por el uso de drogas alucinógenas, tanto visuales como auditivas o sensoriales para poder entrar en contacto con el mundo misterioso de las energías sutiles, de los espíritus, del cosmos.
Al igual que en todas las culturas primitivas, la función del curandero, hechicero y sacerdote recaía en la misma persona. La magia, la medicina y la religión formaban un triunvirato que constituía el eje medular de estas culturas. Al tratar de interpretar el fenómeno enfermedad, el ser humano, con el correr de los tiempos, ha ideado múltiples respuestas, pero existen grandes coincidencias en las respuestas, recayendo la solución sobre el castigo, el azar, el ensayo y la prueba, de los dioses sobre el orden humano.
El tícitl, el médico, relacionó su teoría médica con elementos mágicos, dando lugar a la práctica de una medicina empírica cosmogónica, integrada con el universo, en la gran esfera cósmica. Este nombre se aplicaba tanto en las ciudades como en el campo y caracterizaba fundamentalmente a un técnico en el arte de curar, el término se utilizaba para el sexo masculino y el femenino. (Viesca 1984).
Diversas especialidades médicas reflejan el arte de curar del tícitl, así como un avance en el desarrollo de la medicina. Por ello, el tícitl llega a ocupar un lugar significativo en la sociedad náhuatl. El término tícitl (plural titicih), se aplicaba por igual a las mujeres que practicaban la medicina y a las parteras, quienes contaban con amplios conocimientos médicos. Eran protagonistas, personalidades, dignatarios, celebridades figurantes, quienes practicaban la ticiotl. Brujo, curandero y adivino con experiencia en hierbas, piedras, árboles y raíces. Se puede decir que los titicih cimentaron una teoría médica que con una mentalidad amplia podríamos categorizar como científica pues utilizaban un método para clasificar los remedios herbolarios. Existía un sistema de observación de las peculiaridades, propiedades, diferencias características y cualidades de las plantas que ellos utilizan para realizar el acto de recetar, de curar, de aliviar, de confortar, de sanar.
Entre los mayas había distinción entre médicos y nobles. Pero el Ah men debía pertenecer a familias de nobleza. Esto permite asimismo diferenciar dos vías para la formación de médicos: el aprendizaje de carácter artesanal al lado de sus padres o de un familiar que se hiciera cargo de esa función y el aprendizaje en los templos, probablemente en el calmécac que era la escuela para los hijos de los nobles, lo que daría a este segundo grupo un rango sacerdotal.
La medicina de los pueblos precolombinos tenía, como podemos razonar, variaciones entre pueblo y pueblo, entre cultura y cultura, entre región y región, pero contaban con una serie de elementos en común, coincidentes, relacionados, muy probablemente como consecuencia del trueque.
La concepción cosmogónica precolombina, respecto al origen y el destino final del hombre, les permitió tener una interpretación característica del tiempo y el espacio; estas ideas influyeron en su vida secular y religiosa, en su alma y espíritu, en su carácter, en su esencia. La magia apareció simultánea al deseo de influir sobre los fenómenos sobrenaturales, la aplicación de la magia simpática en los comienzos y con el correr del tiempo la inserción en un sistema animista. La salud se ve como un estado integral, holístico, armónico, de bienestar físico, mental, social, moral y espiritual en equilibrio con el universo.
La teología prehispánica era panteísta y politeísta, asumió la espiritualidad del medio natural circundante, inseparable, en un todo con el cosmos. La concepción mágico-religiosa fue la principal característica de la Medicina precolombina. Existían dioses ¨buenos¨ que concedían bienestar, ventura, riqueza, salud y amor, dioses ¨malos¨ que atraían la desventura, el sufrimiento, las dolencias y los cataclismos. La enfermedad, según sus creencias provenía entonces de estas divinidades, que podían “dañar” y “poseer” al individuo, penetrar objetos y “sacar” el alma.
Las culturas mesoamericanas situaron su origen divino en el encuentro del maíz y la serpiente, de la tierra y el sol. En la mitología azteca es representado por Quetzalcóatl y en la maya por Kukulcán-Quetzalcóatl. Es la serpiente verde y emplumada que simbolizaba al ¨dios de la vida¨ que enseñó la agricultura, las artes, la metalurgia, el calendario y cuánto más. Es el enlace entre las deidades y el hombre, el benefactor, el protector, el defensor, el guardián. Su contraparte es Tezcatlipoca (“espejo humeante”) que personificaba el castigo y la enfermedad, pertenecía al reino de las tinieblas, al inframundo, es el castigador implacable. Existían dioses nahuas protectores cuya misión era mantener la vida humana sobre la tierra. Ometeotl actuaba en la fertilización, la diosa madre, la protectora, la tutora, que esmerada cuidaba del embarazo y el parto con calor maternal, también preparaba a las embarazadas en los baños de vapor. El tipo de dioses “ofendidos” influía en la clase de enfermedad o padecimiento. Al “dios del agua”, Tláloc, por ejemplo, se le asociaba con las epidemias, la ascitis y el edema. De la misma manera se creía que los ahogados y los fulminados por el rayo iban al primer cielo inferior, la morada de Tláloc, el Tlalocan.
La cultura Maya Quiché también fue politeísta y panteísta. El dios maya Hunab Ku era el creador universal de todas las cosas y como no podía ser representado, su hijo Itzamná, “el dios del cielo” “el señor del fuego y del corazón”, lo suplió en sus relaciones terrenales. Itzamná manifiesta la muerte y el renacimiento de la vida en la naturaleza, quita y da según su voluntad. Otros dioses mayas fueron: Chaak dios de la lluvia que suele aparecer multiplicado en Chaks, divinidades que producen la lluvia, el efecto multiplicador como las gotas de lluvia que se escinden. Ah Mun el joven dios del maíz es un héroe cultural del período clásico que frecuentemente disputa con el dios Ah Puch, conocido como Kizin (“El Apestoso”), antítesis de Itzamná, una deidad malévola, asociado con las tinieblas, dios de la muerte, señor del noveno infierno y Ek Chuah dios de la guerra, y benefactor de los mercaderes, es el dios del cacao, un dios malévolo y propicio a la vez, opuestos que se integran.
Kukulkan, la serpiente emplumada (Quetzalcoatl), conocido como Gucumatz en la mitología quiché dios del viento, del agua y además tiene los atributos de un Dios-Trueno, es un nombre en maya yucateco que se puede traducir como serpiente de plumas que nace del contacto entre las cultura maya y azteca, quizás por intervención de los teotihuacanos. Su origen es anterior a los yucatecos e itzáes, podría ser olmeca o tolteca y está omnipresente en toda Mesoamérica. Es un héroe y un dios de culto quizá intercesor entre el panteón de los dioses y el hombre.
Ixchel diosa de la luna, del embarazo y de las artes femeninas, sanadora de la esterilidad y facilitadora del futuro parto. “Itz en Caan, Itz en muyal”: “Soy el rocío del cielo, soy el rocío de las nubes”. A su carácter divino, se le agrega su condición de paladín cultural, inventora de la escritura y de los libros y protectora de la medicina.
Entonces, para los mayas la Medicina es de carácter sagrado y crearon toda una gama de deidades protectoras de las diferentes enfermedades y de todos aquellos elementos dañinos a su entorno social. Según la teogonía maya el ser supremo y creador del mundo Hunab-Ku, dios del sol, era invocado en casos de enfermedad por lo que fue llamado dios de la medicina.
En el Popol Vuh, se cuenta la profecía que las sacerdotisas volverán a los lugares sagrados para recomenzar una nueva era de trabajo espiritual, ofrendando, meditando, intercediendo y rezando para que llegue armonía a la tierra. Aquí se resalta la importancia del elemento femenino en la armonía del ser humano con el cosmos y del cosmos como el elemento integrador.
La bipolaridad frio - calor era un eje esencial del pensamiento médico prehispánico al igual que en la antigua China. Los antiguos americanos consideraban que la posesión por seres celestes se manifestaba como una enfermedad “caliente” y la posesión por seres del inframundo producía una enfermedad “fría”.
De gran importancia en la Medicina de los pueblos precolombinos son los hallazgos hechos en Mesoamérica, que comprenden un rango entre los 1000 años a.C. y 600 de nuestra era (Teotihuacán, Tajín, Monte Albán, Xochicalco, Cholula, Chichen Itza y Copán), pertenecientes a los pueblos olmecas, huastecas, totonacas, teotihuacanos, toltecas, mexicas, zapotecas, mixtecas, mayas, etc. De todas las zonas arqueológicas, Monte Albán, cerca de la ciudad de Oaxaca, tiene, para nuestro tema, una importancia fundamental, pues en ella se encuentran los vestigios de una primera escuela de medicina, que comienza alrededor del año 250. Allí se destacan las estelas, llamadas “Los Danzantes”, que corresponden a las primeras épocas de la civilización precolombina. Según interpretaciones antiguas representan la esencia mágico mítica de la danza (Westheim, P (1885-1936)). En 1963 Pérez Ramírez, M., manifiesta que “algunas de las figuras humanas revelan defectos corporales” y abren el conocimiento primitivo de los padecimientos corporales. Alguna de las estelas son representaciones de estados fisiológicos y casos patológicos de hombres mujeres y niños. Se han identificado recientemente como retablos anatómicos que mostraban deformidades congénitas, órganos internos y hasta una operación cesárea. Se puede concluir que son en realidad representaciones de casos patológicos grabados en la piedra para servir de lección, toda una enciclopedia médica. Tales hallazgos han motivado la elucubración de que, en ese sitio, entre el siglo IX y el XII, existió una institución en la que se instruía en las artes curativas tales como: la extracción de piezas dentales, asistencia a partos, reducción de fracturas, sangrías, curación de heridas, drenaje de abscesos y trepanaciones (Wallerstein y Quijano). Hay que tener también en cuenta la importancia del gran “Centro Civilizador de Monte Albán” como posible inventor de la escritura.
“Los pueblos indígenas desarrollaron un conjunto de prácticas y conocimientos sobre el cuerpo humano, la convivencia con los demás seres humanos, con la naturaleza, con los seres espirituales y con el universo, muy complejos y bien estructurados en sus contenidos y en su lógica interna. Mucha de la fuerza y capacidad de sobrevivencia de estos pueblos se debe a la eficacia de los sistemas de salud tradicionales, cuyo “eje conceptual” y cosmovisión se basa en el equilibrio, la armonía y la integridad.” (OPS/OMS 1997:13).
El pueblo bribri constituye uno de los grupos étnicos más numerosos de Costa Rica. Aunque la distribución de los pueblos autóctonos costarricenses antes de la conquista no es muy conocida actualmente, sí se tiene certeza de que tanto los bribris como los cabécares estaban asentados en la Cordillera de Talamanca, quizá su ubicación no los coloque en el entorno mesoamericano estrictamente, pero hemos decidido referirnos a ellos.
El sistema social se basaba en el cacicazgo, sí, la autoridad del cacique. El religioso Bernardo Thiel calculó que la población bribri, sumada a la cabécar, alcanzaba unos veintisiete mil indígenas a la llegada de los conquistadores europeos, pero otros han estimado que la población era mucho más numerosa.
Entre ellos, como en los otros, el vínculo entre religión y medicina es fuerte, permanente, indisoluble y nos lleva a la pretensión de entender la cultura espiritual de los pueblos cabécares. Y es de suma importancia comprender la función del curandero o jawá, quien es la clave de la curación del cuerpo y en un menor grado del espíritu. La concepción de los pueblos indígenas respecto a la salud, está ligada a una perspectiva integral del mundo, como consecuencia, se prefiere definir la salud en términos de un bienestar integral que incorpora, la dimensión espiritual. De esta manera, el concepto de “salud integral” abarca, el bienestar del cuerpo, del espíritu, la psique, el entorno natural y social del individuo en condiciones de equidad comunitaria.
La religión bribri es el conjunto de creencias de índole chamánica, que profesan los indígenas bribris de Costa Rica. Se basa en el culto a Sibú, señor, creador, hacedor y héroe cultural. En el poder de los awápa o chamanes y en la estructuración del pueblo en distintos clanes. La base de esta religión es la tradición oral transmitida de generación en generación, que los awápa llaman “sũwõ” (en bribri, su¸wo, que puede significar “alma”, “historia” o “viento”). “Cuando Sulá nos hizo muñecos de barro y nos sumergió en agua de colores, o cuando dios nos puso en vientres distintos y nos dio almas y corazones”. Como en toda religión chamánica, los awápa constituyen la conjunción, la conexión entre el mundo físico y el mundo espiritual, el integrador de la esfera cosmogónica, lo que le concede gran dominio y poder. Así, los awápa pueden curar enfermedades, y en algunos clanes, invocarlas. Son menos poderosos que los sumos sacerdotes, los usékölpa, los cuales ya no existen formalmente.
Las dietas estrictas forman en general parte de la curación, estas prohíben tomar sal, café, chocolate, chicha y muy a menudo carne.
La religión cabécar comienza también con el gran dios Sibú, creador de todas las cosas y que está en el fondo de todo lo que sucede, así como la salud y la enfermedad. Así entonces, los sukias o awápas son los médicos, los sanadores, los encargados de preservar la salud de los miembros de la comunidad. La figura del sukia junto con la del rey o cacique era el cimiento de la unión, de la cohesión social de los pueblos nativos, en la que las lecciones que provenían de ambas figuras eran de capital importancia, eran el eje la práctica ritual, era toda una liturgia, que como nos dice Ellen Dissayanake, se encuentran en todas las sociedades humanas y que sirven para numerosos propósitos.
Así el hombre como microcosmos que reproduce la configuración y el ordenamiento del universo era considerado como tlacatl, que quiere decir “en medio”, “el de en medio” el ser del centro, la médula, la miga, la criatura de los dioses en cuya composición se resumía la complexión del universo. Contenía partes celestes, cósmicas, astrales y otras del inframundo, frías, oscuras, pero las fundía de una manera única, especial participando en el acontecer y destino universal del cosmos, de la creación, del infinito, de la esfera como la conceptualizaba Parménides. Esa idea de orden y manufactura divina se extiende a la estructura, al ordenamiento, a la organización del cuerpo humano. Son los dioses quienes han hecho a los hombres, de barro, de madera, de la sangre extraída del miembro viril de Quetzalcóatl, finalmente de maíz, si de masa de maíz. Pero las principales ideas acerca de las funciones del cuerpo, derivan de su cosmovisión, dándose un agregado de relaciones entre cielo, inframundo y las partes somáticas, de manera que su evolución obedece, se somete, pero a la vez resplandece el influjo de la energía que llega a él producida en todo el entorno cósmico. De tal modo podemos hablar de un conocimiento anatómico, aunque no se cuenta con descripciones detalladas de órganos y elementos morfológicos y menos aún de relaciones anatómicas. No se distinguían lesiones, sino eventos activos expresados como enfermedad. Los registros existentes de términos anatómicos y funcionales son prolijos. Se distingue entre los vasos que llevan sangre y los que llevan la sustancia sutil, llamada ihíyotl, que representa los vapores provenientes del inframundo y nos recuerda el chi de la medicina china o el pneuma de los griegos.
La Medicina en Mesoamérica trata de un saber médico nativo, propio, autóctono, que afloró como expresión ante enigmas del entorno, sobre la salud, la higiene y la debilidad o fortaleza ante la enfermedad. En este escenario, los rasgos comunes, el saber, la existencia y por qué no la ciencia la proponen, la definen, la identifican como mesoamericana. No obstante, a su vez la individualizan a través de rasgos que le son propios. Tal es el caso de la medicina náhuatl, de la medicina maya, la de Oaxaca (mixteca, zapoteca), o la de Michoacán (purépecha o tarasca). También otras medicinas mesoamericanas, que constituyen un universo cultural por derecho propio que se desarrollaron dentro del territorio de Mesoamérica, pero que no dependen directamente de esta tradición propia del México Central.
Las fuentes escritas proceden casi todas ellas de los años subsecuentes a la conquista. Las más importantes son tres, dos redactadas por médicos indígenas y la otra ni más ni menos que por uno de los médicos de cámara de Felipe II (rey de España), Francisco Hernández, a quien el monarca envió a México para estudiar los recursos medicinales que se encontraban en estas tierras. El más relevante es el “Librito de las hierbas medicinales de los indios”, documento que es más conocido como Códice de la Cruz de Badiano, por el nombre del médico tlatelolca que lo redactó y de Juan Badiano, letrado xochimilca quien lo tradujo al latín, fue escrito en 1552 y destinado a ser un regalo especial para el rey de España,
Un poco más tardíos, de fines de la década del 1550, son los documentos recopilados por fray Bernardino de Sahagún. Fraile franciscano que llegó a México en 1529 y que se dedicó a la evangelización, cuidando de los indígenas y dedicado a la redacción de algunas obras. En todos sus textos aparecen secciones relacionadas al estudio de la anatomía del cuerpo humano, de las enfermedades y de los medicamentos utilizados contra ellas.
Ticiotl, “No es posible, claro está, aplicar criterios definitorios actuales de salud y enfermedad como los verbaliza la OMS, pero igualmente ilógico es querer hacer notar las semejanzas o diferencias entre la medicina mesoamericana y la moderna. Todo fenómeno sociocultural debe analizarse desde el punto de vista de los inmersos en él. No caer en el error de adjudicarle un carácter científico equiparable al concepto actual de ciencia que no tenía, ni tenían la conciencia de que existía, pero no es posible visualizarla como exótica y menos pensarla como salvaje, tosca o bárbara.” (Quijano M. 2000).
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* Del Nahuatl: ticiotl, medicina; ticitl, médico, chamán; tepatl, cirujano, cirujano barbero. Del cabécar: awápa, chamán.
** Master en Anatomía, en Historia de la Medicina; Catedrática U.A.C.A. Post-Grado en Terapia Neural Según Huneke y Odontología Neurofocal. Sociedad Médica Ecuatoriana de Terapias Neurales-Escuela Autónoma de Ciencias Odontológicas. Docente e investigadora en varias cátedras de la carrera del campo de la Medicina en, U.C.R., U.A.C.A, Escuela Autónoma de Ciencias Médicas, Universidad Veritas, UNIBE, Colegio Universitario San Judas Tadeo. Correo electrónico: mariamayelag@hotmail.com Tels: 88411132, 2253 7709