La medida de todas las cosas

(Recordativo a los graduados, 25 de agosto del 2012)

Guillermo Malavassi-Vargas*

Resumen:

Hay quien invita a que el hombre solo siga su propio querer: ser él la medida de todo; hay quien advierte que hay una medida a la que la persona debe ajustar su conducta. La persona tiene libre albedrío: debe decidir y en este elegir se juega todo su proyecto de vida, su fin último. Para ilustrar, se recuerda a Antígona y se contrasta un texto de Protágoras y otro de Platón.

Palabras claves: MEDIDA- LEYES NO ESCRITAS - SUBJETIVISMO – RELATIVISMO – DECISIÓN –APERTURA AL SER

Abstract:

There are the people who invite human beings to follow their own will: to be the measure of everything. There are the ones who warn us that there is a measure to which people’s behavior must adapt. Each person has freewill: he/she must decide and, while

* Con estudios en la Universidad Gregoriana (Roma)  y en la Universidad de Costa Rica. Cincuenta y cnco años de enseñanza universitaria en el campo de la Filosofía e Historia del Pensamiento. Fue Secretario General y Vicerrector de la Universidad de Costa Rica, Decano Fundador de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNA, Ministro de Educación Pública; Diputado. Miembro titular  del CONESUP. Cofundador de la Universidad Autónoma de Centro América (UACA) y Rector de ella (1976-2012); cofundador  y primer presidente de UNIRE. Editor de la revista Acta Académica. Autor de varios libros y muchos artículos gmalavassi@uaca.ac.cr

he/she makes a decision, his/her life project is at risk. To illustrate, Antigone will be remembered and contrasted to a Protagoras’ text as well as to Plato’s text.

        Key       words:       MEASURE-       UNWRITTEN      LAWS       -

SUBJECTIVISM – RELATIVISM – DECISION – OPENNESS TO THE BEING

Recibido: 22 de setiembre de 2012 Aceptado: 30 de octubre de 2012

“Antígona era la hija de Edipo y Yocasta y hermana de Ismene, de Eteocles y de Polinices. Antígona acompañó a su padre cuando este, al descubrir el crimen y el incesto que había cometido, partió hacia el exilio después de arrancarse los ojos. Se refugiaron en Colono, un pueblecillo de Ática, donde la muerte trajo finalmente la paz a Edipo. Antígona regresó entonces a Tebas.

Eteocles y Polinices, los dos hijos varones del desterrado Edipo, mueren peleando frente a frente en las afueras de Tebas. Eteocles del lado de la ciudad; Polinices del lado de los sitiadores.

Creonte, déspota, gobernador y dueño de Tebas, decreta que Eteocles sea enterrado con los honores que correspondían a los héroes que mueren por la patria; y que Polinices, que murió defendiendo el bando de los sitiadores, sea dejado insepulto sobre la tierra, para que, en memoria de su enemistad con los tebanos, se pudra al sol y sea devorado por los buitres.

Las tradiciones griegas establecían el deber sagrado de sepultar a los muertos, señalando que en caso contrario el alma del difunto vagaría eternamente sin reposo y nunca podría acceder al reino de las sombras.

Contradiciendo el dictamen del déspota, Antígona, hija también de Edipo, se propone ir por la noche a enterrar a su hermano. Ismene, su hermana, más cobarde, no se atreve a acompañarla. Antígona es sorprendida por los soldados que Creonte ha colocado en el monte para que vigilen el cumplimiento de su decreto: pena de muerte a quien entierre a Polinices. Es llevada ante la presencia del autócrata quien la increpa por su desobediencia.

Entre el tirano y la doncella se produce un diálogo que, tomando altura sobre el mero interrogatorio judicial de lo ocurrido, hace chocar la ley natural, la piedad familiar de Antígona, con la voluntad personal y arbitraria del tirano. Es, sin lugar a dudas, una de las escenas más inmortales de la dramaturgia universal. Creonte sentencia según su poder material y físico. Antígona argumenta según la ley que los

dioses tienen escrita en el espíritu del corazón humano…”[1]1

Expresa Francisco Rodríguez Adrados, de la Real Academia Española

 … dejamos paso libre al homicidio, mientras la ley no escrita favorece al amor y a la vida, está en contra de la cultura de la Muerte.

El aborto libre o prácticamente libre es una de las primeras violaciones de las leyes no escritas, las de Sófocles, las leyes de la vida… ¿por qué tronchar vidas humanas que quieren nacer? Es, simplemente, un homicidio…

Es triste. Donde está la fuente de una verdadera alegría de los niños, de las madres, de todos, hay quienes con frías disposiciones se disponen a frustrarla. Son los dogmáticos, los apóstoles de una falsa verdad, los que propugnan esos dogmas de muerte que van a acabar, si se los deja, con nuestras sociedades. Acuden al Estado para que legisle aquello que la ley no escrita prohíbe.

… Nos horroriza todo esto. Entonces, ¿por qué tantos y tantas promocionan el aborto, que es homicidio de un hombre indefenso y sin culpa? ¿Qué pretenden? ¿Que nuestra sociedad se agoste? ¿Dejarle espacio al emigrante?

… hay una culpa, nadie lo dude. Contra las leyes no escritas de la Humanidad.

… El hombre se endurece cuando la costumbre general o la ley toleran las violaciones de la Humanidad. Puede hasta reír…

… El hombre no puede corregir a Dios y, si lo hace, paga de un modo u otro, como individuo, la pena. Y la paga la sociedad, la nación, que renuncia penosamente a sus hijos y tiene que adoptar a otros. [2]

Agraphoi nomoi (Las leyes no escritas)

A las leyes no escritas acude Antígona. Con base en ellas desafía, sin temor a morir, al tirano. Ismene se sometió al edicto de Creonte; no así Antígona, que transgredió conscientemente la prohibición del tirano por amor a su hermano y en nombre de las “leyes no escritas e inmutables de los dioses”. Condenada a ser emparedada viva, Antígona pone fin a su vida…

 

La ley que rige en los principios morales de Antígona es la ley de las costumbres, de la religión y de la familia. Ante las órdenes de Creonte de no enterrar a Polinices ante el supuesto crimen que ha cometido, Antígona decide desobedecer la orden de su tío; aunque ello le suponga su propia vida, ella no puede traicionar a su hermano y así se lo dice a su hermana Ismene  “sí, que es hermano mío y, aunque no quieras, tuyo. No quiero ser culpable de haberle traicionado”. Se impone la fidelidad a la familia, a las costumbres y a la moral que dice que todo cadáver debe ser enterrado debidamente…

Estas afirmaciones que Antígona hace a su hermana, dan a entender la firmeza de sus convicciones religiosas y de fidelidad familiar, ya que desobedecer la Ley que Creonte ha impuesto respecto al cadáver de Polinices, le puede llevar a su propia muerte, y ella prefiere morir a renegar de sus principios.

Protágoras de Abdera (Floruit h. 444-1 a de C)

El hombre es la medida de todas las cosas πάντων χρημάτων μέτρων ἐστὶν ἄνθρωπος. [3]

Se atribuye a Protágoras exponer su pensamiento dominado por la idea del cambio incesante de las cosas, para él, en esta perspectiva, nada hay fijo ni estable; solo se pueden conocer los fenómenos que impresionan nuestros sentidos. De aquí procede que se le adjudiquen su subjetivismo sensista, su relativismo y su escepticismo.

El hombre, la persona y cada persona, según lo anterior, habla de lo subjetivo; las cosas son interpretadas según la opinión de cada cual; diferentes personas significan diferentes puntos de vista, la medida es algo relativo a quien observa. ¿Consecuencias? Cada uno mide la realidad, o es medida de ella: piensa como quiere y, consecuentemente, hace lo que quiere. No hay norma o medida con la cual contrastar el carácter recto o incorrecto de sus pensamientos ni de sus consecuentes decisiones.

A esta posición se le achaca ser un relativismo, entendido como particular interpretación del concepto de verdad fundada en la estructura del sujeto, la índole de las condiciones culturales u otro criterio íntimo; en vez de considerar como norma de la verdad el objeto acerca del cual se emite un juicio y respecto del cual se da el esfuerzo de alcanzar su adecuado conocimiento compartido. La experiencia muestra que las personas son capaces de alcanzar conocimientos objetivos, verdaderos, válidos para todo entendimiento.

Además, la postura atribuida a Protágoras constituye un subjetivismo, según el cual lo decisivo para el valor del conocimiento no es el objeto, sino el carácter o estado del sujeto. De esta manera el criterio subjetivo falla en no ver en la naturaleza del entendimiento el carácter de ser abierto a la totalidad de lo que existe. Por ello en la postura subjetiva el sujeto se entrega, o quiere entregarse, a sus propios estados internos e inclinaciones sin querer conocer lo propio del objeto. Esto significa un desarraigo del sujeto, que lo separa de la realidad y, en consecuencia, conduce a su atrofia cognoscitiva.

Platón: (429-348). Recibió una educación esmeradísima, la cual se refleja en la grandiosidad de su obra que se ha conservado y ha tenido una influencia inconmensurable a lo largo de los siglos. Después de su larga y fecunda vida muy activa, época en la que escribió una de sus obras más socorridas, conocida como La República, ya más maduro escribió Las leyes. En una parte de ellas, expresa:

 El Dios, ciertamente, ha de ser nuestra medida de todas las cosas; mucho mejor que el hombre, como por ahí suelen decir ό δὴ θεὸς ἡμῖν πάντων χρημάτων μέτρον ἂν εἴη μάλιστα‚ καὶ πολὺ μᾶλλον ἤ πού τις‚ ᾥϛ φασιν‚ ἄνθρωπος∙.[4]

         

A lo largo de los siglos, con más intensidad en unos momentos, va a existir esta polaridad: o el hombre es la medida de todas las cosas o Dios es nuestra medida de todas las cosas. Diversas épocas de la historia van a caracterizarse por la aparición de corrientes que podríamos denominar seguidoras de Protágoras y las mayoritarias corrientes seguidoras, en este aspecto, del Platón de Las Leyes, desde el punto de vista filosófico y político.

¿Cuál es el sentido de la vida y la religación del hombre a Dios y lo que el hombre por sí solo pueda dar para que vivamos en buen entendimiento?

Este es un asunto que pesa e interroga a todos los seres humanos desde que hay memoria. Naturalmente, hay etapas en la vida de cada persona; conforme la enseñanza y la experiencia abren el entendimiento, suele haber mayor comprensión de la condición humana. Es cuando cada persona vive su libertad de elección que tanto le suele exigir interiormente y que será el camino para edificar el tejido de su existencia.

Hay una bifurcación: La posición conforme el dictum de Protágoras y la posición según el razonamiento de Platón. Esto pareciera que , en su desarrollo a través de los siglos, ha llevado a algunos a una cierta contraposición que pretende o quiere o sufre que Dios no exista o que, creyendo o sabiendo que existe, quieren vivir enfrentándolo: no serviam.

En relación con lo anterior, ¿Cuál puede ser la orientación de nuestra vida?

¿Cómo se mide a los demás?

¿Homo homini deus aut homo homini lupus?

Homo homini lupus es una locución latina de uso actual que significa “el hombre es un lobo para el hombre” y que define mejor la situación que cualquier otra explicación. Es originaria del comediógrafo latino Tito Marcio Plauto (254 a. C. – 184) a. C.) en su obra Asinaria donde el texto exacto dice: “Lupus est homo homini, non homo, quom qualis sit non novit.”(Lobo es el hombre para el hombre, y no hombre, cuando desconoce quién es el otro).

Se recuerda asimismo a Symmacus, siglos IV y V, quien en una de sus Epístolas (IX,108) expresa: Homo homini deus est, si suum officium sciat (El hombre es un dios para el hombre, si conoce su deber). Y a partir de esto, unos juzgarán al hombre cual si fuese un lobo y otros como si fuese un dios respecto de los demás seres humanos.

Hobbes, filósofo del siglo XVII, dice que el egoísmo es básico en el comportamiento humano, aunque la sociedad intenta corregir tal comportamiento favoreciendo la convivencia. A menudo se señala equivocadamente a este filósofo como autor de la cita original de Tito Marcio Plauto Homo homini lupus. En la Epistula Dedicatoria escribió Hobbes “Man to Man is a arrant Wolfe.[5]Se cita con frecuencia ese decir, cuando se hace referencia a los horrores de los que es capaz la humanidad para consigo misma.

Esta contraposición de valorar al otro como un dios o como un lobo queda fuertemente reseñada en la historia de todos los tiempos. Algunos han medido a otros como si fuesen dioses y a otros como si fuesen lobos. ¿Es correcto medir así al prójimo?

Recordando la expresión de Platón, El Dios, ciertamente, ha de ser nuestra medida de todas las cosas; mucho mejor que el hombre, como por ahí suelen decir, se presenta el tener que decidir ¿Hágase mi voluntad o Hágase tu voluntad?

José de Espronceda, en su Canción del pirata, expresa:

 Con diez cañones por banda, // viento en popa, a toda vela, no corta el mar, sino vuela // un velero bergantín. Bajel pirata que llaman, // por su bravura, el Temido, en todo mar conocido // del uno al otro confín.

  «Navega, velero mío, // sin temor, que ni enemigo navío // ni tormenta, ni bonanza   tu rumbo a torcer alcanza, // ni a sujetar tu valor.

 Veinte presas // hemos hecho a despecho // del inglés, y han rendido // sus pendones cien naciones // a mis pies. 

 Que es mi barco mi tesoro, // que es mi dios la libertad, mi ley, la fuerza y el viento, // mi única patria, la mar.

Es la expresión del capitán pirata que se mueve en la mar como moro sin señor: él se estima la medida de todas las cosas. Algo parecido a esta canción podrían repetir los cárteles del crimen organizado.

Ténganse presentes dos aspectos de la Declaración Universal de Derechos Humanos.

Estipula los deberes para con la sociedad:

Artículo 29:1. Toda persona tiene deberes respecto a la comunidad, puesto que sólo en ella puede desarrollar libre y plenamente su personalidad.

Artículo 1º Todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos y, dotados como están de razón y conciencia, deben comportarse fraternalmente los unos con los otros.

Con estos dos artículos se patentiza que hay una medida a la que la persona debe sujetarse. O cumple con estos deberes o lesiona los derechos humanos.

Expresa Bernardo Rabasa Ajenjo, cuyo testimonio bien fundamentado expresa lo siguiente: “Voy a citar diversos casos del mal [moral] contemporáneo con los que me ha tocado convivir en primera persona: [Solo cito el título de cada caso, sin entrar en el detalle en razón de la brevedad]

El primero de ellos referido a la corrupción. (Cita él los casos que vivió en dos naciones europeas).

El segundo, referido al genocidio y al asesinato,

... en la propia Yugoeslavia, donde viví hasta el 1974. Si alguien me hubiera dicho que esas 7 Repúblicas iban a enfrentarse en una guerra fratricida e incluso en un genocidio como el de Srebrenica, hubiera dicho que estaba loco. Pero ocurrió y eso después de 2 Guerras Mundiales en la primera mitad del S.XX que ya habían dado 400 millones de muertos.

El tercero referido al crimen organizado ¿Qué diferencia hay entre crimen y corrupción? Literalmente ninguna, pues de paso crece a su amparo el crimen organizado.

 El cuarto, otra lacra del mal, el terrorismo. Y se pregunta Rabasa recordando el Homo homini lupus (El hombre es lobo para el hombre) “¿Tendría Hobbes razón?”

El quinto la represión por las armas [La brutalidad policial de la que cabe enterarse frecuentemente en diversas naciones] [6]

Un hecho para tomar en cuenta

Todos los pueblos de la tierra han admitido siempre la existencia de Dios.

Los pueblos antiguos

a)       Lo atestiguan las explícitas afirmaciones de los escritores antiguos como Cicerón [106-43 antes de Cristo], es decir, un gran hombre de letras, de filosofía, de política, pagano romano, quien manifestó:  “Ninguna nación, por atrasada y salvaje que haya sido, ha negado la existencia de los dioses, aun cuando tenga un concepto equivocado de su naturaleza”, y Mestrio Plutarco (h . 46 o 50- 120 de la era cristiana), griego, educado en la Academia de Atenas, Mestrio Plutarco (PLOUTARKHOS), estudió filosofía, retórica y matemáticas en la Academia de Atenas ( fundada por Platón) historiador, biógrafo y ensayista griego, muy activo en la vida pública, frecuentó la sociedad romana, y dejó escrito:

Recorriendo la tierra, vosotros podréis encontrar ciudades privadas de muros, de palacios, de escue las, de teatros, de leyes, de arte, y de monedas... pero una ciudad sin templos, una nación sin dioses, un pueblo que no ore... nadie lo ha visto jamás.

b)       Igualmente lo atestiguan los numerosos monumentos de índole religiosa que han llegado hasta nosotros. Las antig uas y gloriosas civilizaciones de los asirios y babilonios, egipcios y griegos han desaparecido para siempre, envueltas en el remolino del tiempo, pero aún quedan los signos elo cuentes de su religiosidad: edificios religiosos, estatuas de deidades, himnos a la divinidad.

Es cierto que la idea racional del ente supremo ha sido alterada por los mitos que la imaginación le ha asigna do, pero bajo esta apariencia extravagante del sentimiento y de la fantasía, se encuentra un sustrato constante, racional y universal, que testifica en favor de la divinidad y aun de una Divinidad suprema y única. Esta se llamará Ammon o Ra en Egipto, Brahama en la India, Azur en Nínive, Marduc en Babilonia, Baal en Fenicia, Ormuz en Persia, Zeus en Grecia, Júpiter en Roma, etc.

El hecho se extiende aun a los hombres prehistóri cos. Y llega hasta nuestros días.[7]

La editorial Edinburgh University Press ha publicado la obra Creyentes en el mundo.

Esta obra presenta las Proyecciones para [el año] 2050 (Cito solo los datos mayores del Cristianismo y del Islam]. Con todos los datos recogidos en ese libro, se atreve con una previsión para el año 2050. Estimando una población de cerca de 9.200 millones de personas (2 millones y medio más que hoy), dentro de 40 años los cristianos serán 3.200 millones, es decir, el 35 por ciento del mundo. (…) el islam, que con casi 2.500 millones de fieles alcanzará el 27 por ciento de la población mundial. Otra proyección interesante es la caída del agnosticismo, que pasaría del 9,3 al 6,1 por ciento, con una caída de no creyentes también en valor absoluto que confirma que el siglo XXI será el “siglo de las religiones”.

Así lo corrobora ese estudio del Cristianismo Global, editado recientemente por la Edinburgh University Press. Se trata de un monumental trabajo de investigación. El volumen, compuesto por 340 páginas de mapas, gráficos, tablas y ensayos, es el fruto del trabajo de un grupo de investigadores coordinados por el sociólogo americano Todd Johnson y por el teólogo escocés Kenneth Ross, casi una fotografía en tiempo real de las religiones en el mundo. [8]

¿Por qué manifestar todo esto?

 

Porque somos, conforme la Declaración Universal de Derechos Humanos, la familia humana. En efecto, el primer párrafo del Preámbulo de la Declaración reza así:

“Considerando que la libertad, la justicia y la paz en el mundo tienen por base el reconocimiento de la dignidad intrínseca y de los derechos iguales e inalienables de todos los miembros de la familia humana”…

Porque la enorme cantidad de creyentes forman parte inmensa de la familia humana, conjunto de personas que de un modo u otro, aunque les cueste y caigan y se levanten, han tomado como medida de sus actos, de todas las cosas, a Dios; y contemplan y sufren por lo que otros, que se han tomado a sí mismos como medida de sus actos, hacen y con frecuencia deshacen.

Porque duele, perturba, hiere ver tantos crímenes, robos, corrupción, tráfico de drogas… hay que ser conscientes de la fractura que afecta profundamente a la familia humana; angustia el hecho de que muchos hermanos en humanidad se desmanden de esa manera.

Por supuesto que Protágoras no tiene toda la culpa de ello, aunque su famosa frase suele servir de disculpa a algunos para que, unos en teoría, se adhieren a tal manera de pensar; otros en cambio, y quizá sin mucha teoría, hacen lo que les viene en gana: ellos pretenden ser absolutos, pareciera que no se sienten obligados con nadie ni con nada. Son como el pirata de la canción.

En cambio para los que, por así decir, coinciden con Platón, el hombre es un ser religado, no solo a Dios, sino a la ley natural y a las leyes humanas que mandan y prohíben; con razón, también, reconocen la ley moral que cuidan en su conciencia.

Por ello, por esa polaridad, se vive en un mundo convulso. La nación en que vivimos, a pesar de los males que la aquejan, en su mayoría  camina procurando estar en armonía con la medida de todas las cosas que para tantos es Dios.

¿De dónde proviene que algunos actúan tan cruelmente en contra de los demás?

Por una parte, existe  la ley natural que rige lo humanoespiritual; su necesidad consiste en el cumplimiento de las obligaciones que resultan de la situación de la persona en la realidad y ligan a la totalidad de ellas de manera radical con anterioridad a todo convenio. La fuente de la obligación moral es ante todo el orden del ser. El hombre goza de libre albedrío; por ello solo resulta posible que se oriente haciendo que mediante la consideración del “tú debes” de la conciencia moral, se ponga delante de su decisión el espejo de su propio ser. Cuando reflexiona sobre su ser y condición, se percata de que su libertad de manera categórica está atada a los deberes resultantes de su condición de persona. Cuando, además, se toma en cuenta la experiencia de la contingencia experimentada y conocida, ello suele llevar a la persona desde el mundo a Dios.

Siguiendo el hilo de este asunto, es oportuno citar el famoso texto del Deuteronomio, que dramáticamente apela al libre albedrío humano: ¡Hay que elegir! Y ello apareja diversas consecuencias:

         

Mira, yo pongo hoy ante ti vida y felicidad, muerte y desgracia. Si escuchas los mandamientos que yo te prescribo hoy, si amas a Yahvvéh tu Dios, si sigues sus caminos y guardas sus mandamientos, sus preceptos y sus normas, vivirás y te multiplicarás; Yahvvéh tu Dios te bendecirá en la tierra que vas a entrar a poseer. Pero si tu corazón dejas arrastrar a postrarte ante otros dioses y a darles culto, yo os declaro hoy que pereceréis sin remedio y que no viviréis muchos días en el suelo en cuya posesión vas a entrar al pasar el Jordán. Pongo hoy por testigos contra vosotros al cielo y a la tierra: te pongo delante la vida o la muerte. Escoge, pues, la vida, para que vivas tú y tu descendencia, amando a Yahvéh tu Dios, escuchando su voz, uniéndote a él; pues en eso está tu vida... (Deut. 30, 15-19)

(Considera quod hodie proposuerint in conspectu tuo vitam et bonum, et e contrario mortem et malum. Si oboedieris mandatis Domini tui, quae ego praecipio tibi hodie, ut diligas Dominum Deum tuum et ambulas en viis eius et custodias mandata illius et praecepta atque iudicia, vives; ac multiplicabit te benedicetque tibi in terra, ad quam ingredieris possidendam. Sin autem aversum fuerit cor tuum, et audire nolueris atque errore deceptus adoraveris deos alienos et servieris eis, praedico vobis hodie quod pereatis et parvo tempore moremini in terra, ad quam, Iordane transmisso, ingredieris possidendam. Testes invoco hodie contra vos caelum et terram quod proposuerint vobis vitam el mortem, benedictionem et maledictionem.

Elige ergo vitam, ut et tu vivas et semen tuum et diligas Dominum Deum tuum atque oboedias voci eius et illi adhaeras... Deut. 30, 15-19)

¿Por qué es necesario advertir sobre la importancia de elegir? Porque la resultante es muy diferente: una procede del hombre, la otra de Dios.

Marcos, 7, 21-23:

 

Entonces llamó de nuevo [Jesús] a la gente y les dijo:

—Escuchen todos y entiendan: Nada que entre de fuera puede hacer al hombre inmundo; lo que sale de dentro es lo que mancha al hombre. Porque de dentro, del corazón del hombre, salen los malos propósitos, las fornicaciones, robos, homicidios, adulterios, codicias, injusticias, fraudes, desenfreno, envidia, difamación, orgullo, frivolidad. Todas esas maldades salen de dentro y manchan al hombre.

Como conclusión, a cada uno es dado elegir:

O “Sé tú la medida de todas las cosas” conforme el dictum de Protágoras,  o sigue el consejo según Dios es la medida “Elige ergo vitam” (Escoge pues la vida.)

El modo como la familia humana va a desenvolverse en la tierra va a depender de esta elección. Entonces cada uno escogerá la medida que prefiera, pero deberá mirar las consecuencias para él y para los demás.

Bibliografía

Atlas del Cristianismo Global. (sf). — Inglaterra: Editorial  Edinburgh University Press.

Dezza, P. (1981) Fundamentos de filosofía.—México: Ed. Porrúa.

Diels, H.& Franz, W. (1964) Die Fragmente der  Vorsokratiker, zweiter band. Berlin: Weidmansche Verlagsbuchhandlung.

Hobbes, T. (1651) De Cive, Philosophicall Rudiments Concerning Government and Society. London, Printed by J.C. for R. Royston, at the Angel in Ivie-Lane.

Platón. (1960) Las leyes.- Madrid: Instituto de Estudios Políticos.

Rabasa, A. (2010, 21 de abril). Elogio del mal. El Librepensador.

Recuperado el 23 de agosto de 2012 de http://www. ellibrepensador.com/2010/04/21/elogio-del-mal/

Sciacca, M. (1975) Con Dío e contro Dío. Raccolta sistematica degli argomenti pro e contro l’existenza de Dío. – Italia: Marzorati Editore.



[1] Rescatado el 24 set 12 de Antigonahttp://es.scribd.com/doc/11469959/Antigona-Resumen

[2] Rescatado el 24 set 12 de larazon.es/francisco.rodriguez.adrados/leynatural

[3] Diels-Kranz 80B1

[4] Leyes, 716 c

[5] Hobbes, De Cive

[6] Rabasa, Bernardo, Elogio del mal

[7] Dezza, P., Fundamentos de Filosofía

[8] Cristianismo Global