El placer de leer a Nasio: el funcionamiento del “aparato psíquico”
William Ramírez-Salas*
“El genio de Freud es haber comprendido que, para captar las causas secretas que animan a
un ser,
que animan a ese otro que sufre y a quien escuchamos, en primer lugar y por encima de todo hay que
descubrir esas causas en uno mismo , hay que volver a uno mismo”. Nasio, 1999
El artículo plantea siguiendo los aportes de Juan David Nasio, el punto de
vista del autor con respecto a la teoría del Psicoanálisis de Freud, aunque
para algunos complicada, se concluye que en realidad se ocupa de cosas simples
como el amor, el odio, el deseo, la ley, el sufrimiento y el placer; es decir
de lo que anima al ser humano y que le trae consecuencias en su vida externa.
*
Psicoanalista, Catedrático, Decano de la Facultad de Ciencias Humanas
Universidad Autónoma de Centro América.
Para ello
incursiona el artículo en lo que es el funcionamiento del “aparato psíquico”,
concluyendo y proponiéndose al final la diferencia entre el “trabajo” con
respecto al objeto de estudio de los Psicólogos y de los Psicoanalistas.
Palabras Clave: LO INCONSCIENTE - SEXUALIDAD - REPRESIÓN - APARATO
PSÍQUICO.
Based on Juan David Nasio’s work, this article states the author’s point of view regarding Freud’s Psychoanalysis Theory. Even though it is complicated for some, it has been concluded that this theory deals with simple topics; such as: love, hate, desire, law, suffering, and pleasure. In short, it deals with what keeps the Human Being alive and what brings him/her consequences in his/ her external life.
As a result, the article ventures in the way the psychical apparatus works. This work concludes and suggests the difference between the psychologists’ and the psychoanalysts’ work in relation to the objects of study.
Key words: THE UNCONSCIOUS - SEXUALITY - REPRESSION -
PSYCHICAL APPARATUS
Recibido:18 de julio de 2013
Aceptado:20 setiembre de 2013
Parafraseando el título que da Juan David Nasio a su libro “El placer de
leer a Freud” (Nasio, 1999) y después de una amena lectura del mismo, me voy a
permitir hacer unos cometarios en este ensayo sobre el funcionamiento del
“Aparato Psíquico”; para finalizar con una propuesta respecto del objeto de
estudio y el “trabajo” de la Psicología y del Psicoanálisis. Y es que Nasio en
este libro de una manera muy clara, nos trasmite en no más de 150 páginas un
resumen de parte de la teoría freudiana, y lo que la ciencia psicoanalítica le
aporta a la Psicología, todo ello relacionado con el tema de la constitución
del psiquismo.
Nos dice Nasio que es probable que no existan profesionales en Psicología
que en algún momento de su formación, no se haya encarado con la situación de
enfrentar los aportes del Psicoanálisis; provocando que algunos de ellos
reaccionen negativamente y se declaren sus enemigos; actuando esa enemistad a
través de diversas formas de rechazo; argumentándolo generalmente con críticas
a un Freud según ellos ya superado; o lo que es peor criticando a un Freud que
nunca han estudiado.
Pero lo que estos “críticos” no saben o no quieren saber por falta de
estudio, es que Freud desarrolló una teoría de la mente y de la conducta
humana, y una técnica terapéutica para ayudar a personas con afecciones
psíquicas. Tampoco saben que la contribución más significativa que Freud ha
hecho al pensamiento moderno, es la de intentar darle al concepto de lo
inconsciente que tomó de Eduard von Hartmann, Schopenhauer y Nietzsche, un
estatus científico.
Desconocen que la obra de Sigmund Freud ha tenido y tiene un enorme impacto
en las Ciencias Sociales, especialmente en la Escuela de Fráncfort y en la
teoría crítica, porque fue el primero que prestó atención a lo descartado, lo intrascendente, los
errores, los lapsus, los sueños, los actos fallidos. Nos enseña que la realidad
de nuestra vida no está solo ligada a hechos externos sino que hay una realidad
psíquica con consecuencias en la
realidad externa. Descubrió que solo
conocemos la punta del “iceberg”; en este caso lo consciente, en donde la base
es inconsciente.
Nadie lo niega y tampoco es un secreto que nuestras motivaciones, nuestros
deseos y la búsqueda de la verdad acerca de nuestras propias emociones, siguen
siendo grandes interrogantes que mantienen su vigencia; pero lo cierto del caso
es que aunque otros se han ocupado y lo siguen haciendo sobre lo que pasa con
nuestras emociones, solo el Psicoanálisis da cuenta como ningún otro.
Por ejemplo en el caso de la presentación de los síntomas, los
profesionales de la Psicología formados desde cualquiera de los enfoques de
esta ciencia, saben de la importancia que esto tiene al momento del diagnóstico
y al plantear la estrategia del tratamiento; pero solo desde el Psicoanálisis
al síntoma se le escucha. No se busca erradicarlo, arrancarlo, suprimirlo ni
negarlo; como tampoco de lo que se trata es de anular el sufrimiento.
Lo que intenta el Psicoanálisis es darle sentido a ese síntoma en el
contexto de la narrativa personal de los pacientes y en su propia historia,
entendiéndose que en el conflicto causa del síntoma siempre hay algo valioso y
la propuesta clínica es de recuperarlo de la manera más creativa posible.
Por paradójico que parezca, en muchos países europeos, Latinoamérica en
general y Argentina en particular, este modelo ha ayudado a valorar el espacio
de los profesionales de la Psicología, mismo que se ha logrado aunque estos no
tengan la orientación Psicoanalítica.
Por ejemplo en Argentina desde el
año 2005, “la Ley N° 448 de salud mental de la Ciudad de Buenos Aires decreta
que los hospitales generales de agudos,
deberán tener en sus guardias al Psiquiatra, al Asistente Social y al
Psicólogo”. Parecido es lo que se hace en la atención primaria de algunas de
nuestras clínicas, donde se reivindica
el rol del Psicólogo como actor imprescindible en la valoración diagnóstica y
en la indicación terapéutica, porque se entiende cada vez más, que no se trata
solo de dar “píldoras psicoeducativas” sino de poner en juego una táctica y una
estrategia psicoterapéutica.
Para los que no lo conocen, Juan David Nasio es un Psicoanalista nacido en
el año de 1942, en Rosario, Argentina. Completó sus estudios de Medicina en
Buenos Aires y realizó su residencia y especialización en psiquiatría en el
Hospital Evita de Lanus. Inició el estudio de la obra de Lacan vinculándose con
Oscar Masotta quien introduce su lectura en Argentina en la década de los 60.
Emigra a Francia en el año 1969, donde toma contacto directo con Jacques
Lacan, realizando la revisión de la traducción al español de los “Escritos” y
participando posteriormente en sus seminarios.
Es designado docente de L’Université París (VII), Sorbona, donde enseña
Psicopatología. A partir de 1978 coordina un seminario en el marco de La
Escuela Freudiana de París; luego de la disolución de la Escuela en 1986, Nasio
funda los “Seminarios Psicoanalíticos de París”, una organización para la
transmisión del Psicoanálisis y la formación de analistas.
Algunos de sus
títulos son: “Los Ojos de Laura”. “El Silencio en Psicoanálisis”. “El Dolor de
La Histeria”. “Como Trabaja un Psicoanalista”. “Los Gritos del Cuerpo”. “El
Magnífico Niño del Psicoanálisis”. “Enseñanza de los 7 conceptos cruciales del
psicoanálisis”. “La Mirada en Psicoanálisis”. “Cinco lecciones sobre la teoría
de Lacan”. “El Inconsciente es un nudo entre analista y paciente”. “Acto
Analítico”. “En los límites de la transferencia”. “Presentaciones clínicas”.
“El libro del Dolor y del Amor”, y el que motiva este ensayo “El Placer de Leer
a Freud”.
Se empezará diciendo que de entrada en el libro “El placer de leer a
Freud”, Nasio incursiona en la explicación del funcionamiento del aparato
psíquico, y para hacerlo utiliza de manera muy clara el modelo conceptual
clásico utilizado por la neurofisiología donde se explica la circulación del
flujo nervioso al que se bautizó con el nombre de arco reflejo.
Si se aplica este esquema al funcionamiento del psiquismo, nos daremos
cuenta que el movimiento en general del psiquismo tiende a obedecer a este
principio, el cual está orientado a la descarga total de la tensión (Nasio, p.
23). Solo que en este caso no es tan simple como le veremos más adelante; en la
presentación de este esquema nos dice Nasio, que Freud y en consecuencia el
Psicoanálisis, aunque se ocupan de cosas muy simples como el amor y el odio,
del deseo y de la ley, del sufrimiento y del placer, de nuestras palabras, de
nuestros actos, de nuestros sueños y fantasías; también nos dice que para
lograrlo, lo hace por medio de las experiencias humanas y de la relación
concreta entre dos “partenaires”; además que Freud trata de detectar la fuente
intima que anima a los seres humanos y captar las causas secretas que les
animan y descubrirlas en el mismo.
Es esto precisamente lo que viene a complicar la forma simple con que se
presenta el movimiento del funcionamiento en el caso del arco reflejo. De ahí
que y partiendo de ese esquema, nos presenta Nasio un modelo grafico
sustitutivo donde se refleja la verdadera dinámica y todos los acontecimientos
que sustentan el funcionamiento del psiquismo.
Es cierto, y compartimos con algunos que en la obra freudiana no
encontramos una respuesta acabada sobre la pregunta a esas cosas nos que nos
animan y sobre cómo funciona nuestra vida psíquica. Lo que si vamos a encontrar
es solidez en la propuesta y desde las primeras publicaciones como en el
“Proyecto de una Psicología para Neurólogos” (Freud, 1985) hasta la última
sobre “El Esquema del psicoanálisis” (Freud, 1938), Freud reproduce el mismo
esquema de base; expresado solo con algunas variantes. Es una producción
bibliográfica de más de 50 años y recogida en 24 tomos (Amorrortu, 1976) donde
aparecen conceptos claves para el Psicoanálisis, como el de “lo Inconsciente”,
“la represión”, “la sexualidad”, “el Complejo de Edipo”, “el Ello”, “el Yo”,
“el Súper yo” y el de “la Transferencia”.
Basta con seguirle la pista a cualquiera de estos conceptos y notarán la
evolución y los saltos cualitativos que va teniendo el Psicoanálisis de la mano
de Freud en una producción constante, cuestionándose sobre su propia teoría,
pero eso sí, retroalimentándose y apoyándose en un trabajo arduo en la atención
de pacientes.
Se dice que el esquema base que utiliza Freud es el mismo modelo conceptual
de la neurofisiología del siglo XIX conocido con el nombre de arco reflejo,
pero también se sabe que este es un esquema que al aplicarlo al funcionamiento
del psiquismo se complica, dado que de lo que se trata es de comprender la subjetividad
de los seres humanos.
El esquema en su forma simple, nos permite una descripción donde aparecen
dos extremos; el de la izquierda o polo sensitivo, donde el sujeto recibe la
excitación; y el de la derecha o polo motor, donde el sujeto libera la energía
recibida mediante una respuesta inmediata del cuerpo. “Todos recordamos el
golpecito en la rodilla que nos da el médico cuando acudimos a consulta y la
repuesta de la pierna ante tal golpecito” (Nasio, p. 22). El principio que
regula este trayecto en forma de arco resulta muy claro: recibir la energía,
transformarla en acción y en consecuencia, disminuir la tensión del circuito.
Si tratamos de aplicar al funcionamiento del aparato psíquico este mismo
principio orientado a la descarga total de la tensión; como ya se dijo antes es
inaplicable; es un ideal que no se logra porque en la vida psíquica la tensión
no se agota jamás. Es lo que se conoce dentro del Psicoanálisis con el nombre
de “Principio del displacer- placer (Nasio, p. 25).
Esto quiere decir que mientras vivimos estamos constantemente bajo tensión;
a lo sumo a lo que podemos llegar es a una reducción de la tensión. Es así
porque en el psiquismo la excitación es siempre de origen interno, aunque se
trate de una excitación procedente de una fuente externa como lo es el observar
un accidente o aunque se trate de una excitación orgánica como el sentir
hambre. Son acontecimientos que pasan a ser una impronta, una idea o una imagen
que para los Psicoanalistas pasa a ser un representante ideativo cargado de
energía, también conocido como representante de las pulsiones (Nasio, p. 26).
Siempre van a estar cargados de energía y tienen la característica de continuar
permanentemente excitados. Como consecuencia, el inconsciente se mantiene
también permanentemente excitado, provocando en el psiquismo un nivel elevado
de tensión que el sujeto vive dolorosamente y por consiguiente con una
incitación apremiante hacia la descarga.
Es lo que en
Psicoanálisis conocemos bajo el nombre de displacer: “Tenemos así un estado de
displacer efectivo e inevitable y, en el punto opuesto, un estado hipotético de
placer absoluto que se podría obtener si el aparato psíquico lograra descargar
inmediatamente toda la energía y eliminar la tensión”. (Nasio, p. 27), pero
como vimos esto es imposible de lograrse en condiciones normales.
Displacer es
entonces el mantenimiento o aumento de la tensión, y el placer es la
disminución de la tensión. Destacamos de nuevo que en el psiquismo la tensión
no desaparece nunca por completo, por lo tanto se deduce que el placer absoluto
tampoco se puede obtener, porque la descarga absoluta no se realiza jamás. Es
un circuito donde la fuente psíquica de la excitación es inagotable, hasta el
extremo que la tensión se reactiva perpetuamente y la única forma de respuesta
posible del psiquismo a la excitación es con una metáfora de la acción; con una
imagen, con un pensamiento o con una palabra que represente a la acción y no
por la acción concreta. Es por lo que nos dice Nasio que “en el psiquismo toda respuesta
es inevitablemente metafórica y la descarga inevitablemente parcial “(Nasio, p.
29).
Para modificar el esquema original del arco reflejo y ante la propuesta de
comprender el funcionamiento del aparato psíquico, se hace necesario retomar el
tema de la represión. Siguiendo la referencia que nos hace Nasio, entendemos a
la represión como una barra que divide a este arco en dos partes, si lo
aplicamos al aparto psíquico también lo divide en dos partes como se indica en
la siguiente figura: (Nasio p. 28)
Como se ve un grupo de representantes, casi siempre mayoritario se reúne a
la izquierda de la barra, muy cargado de energía y además se conectan de tal
manera que constituyen el camino más corto y rápido para la descarga; dice
Nasio que “a veces se organizan a la manera de un racimo y hacen confluir toda
la energía en un solo representante (condensación); y otras veces se enlazan
uno con otro en fila india para dejar que la energía fluya más fácilmente
(desplazamiento)”. (Nasio, p. 30).
Esta parte constituye dentro de este esquema el sistema inconsciente,
compuesto exclusivamente por representantes de pulsión o representantes
inconscientes; huellas mnémicas o representantes de cosa como los denomina
Freud. Consisten en imágenes que pueden ser acústicas, táctiles o visuales y
suministran la materia con que se construyen los sueños y los fantasmas. Además
tienen la característica de no respetar los imperativos de la razón, ni de la
realidad, ni del tiempo; responden por lo tanto a la única exigencia que es la
del placer absoluto. Para lo que corresponda estamos hablando también de la
instancia psíquica reconocida en el esquema que conocemos con el nombre de “el
Ello” (Freud, 1925).
Este sistema inconsciente situado a la izquierda del esquema desde el punto
de vista descriptivo, si lo pudiéramos imaginar lo suponemos oscuro e
incognoscible. De lo único que podemos hablar es que son manifestaciones del
inconsciente que se nos representan como actos, palabras o imagines inesperadas
que surgen bruscamente y desbordan nuestras intenciones y nuestro saber
consciente; que además nos afectan en una acción que se cumple
independientemente de nosotros y que no obstante determina lo que somos.
Del otro lado, a la derecha de la barra en el esquema tenemos otro grupo de
representantes, más restringidos pero que igualmente están cargados de energía
e intentan liberarse de ella, solo que esta es una descarga más lenta y
controlada. Conforman lo que se conoce como sistema preconsciente–consciente y
aunque también persiguen la obtención del placer, tienen la misión de
redistribuir la energía y de hacerla fluir lentamente según se rige por el
principio de realidad. Se le llama energía ligada porque inviste una
representación consciente. A estos representantes se les conoce como representaciones
preconscientes y son representaciones de palabra. Igualmente para lo que
corresponda podemos mencionar aquí la importancia que adquiere otra instancia
dentro del aparato psíquico como lo es “el Yo” (Freud, 1925).
Estas representaciones pueden ser acústicas cuando la palabra se pronuncia,
pueden ser de imagen gráfica cuando la palabra se visualiza o gestual cuando se
asocia a la escritura. Lo cierto es que cada una está compuesta por una
representación de una cosa anexa; a la representación acústica de una palabra
por ejemplo, se le asocia con la representación visual; al decir la palabra
naranja, inmediatamente se asocia con el fruto naranja, lo cual le da un
nombre, le marca una cualidad específica y por consiguiente, de esta manera se
torna consciente en cuando a la cosa se le asigna una palabra. Si esto no
ocurre y a la cosa no se le asigna una palabra, decimos que la representación
es inconsciente.
En resumen: “¿Que es la conciencia sino una idea fijada, aprehendida y
animada por una palabra? (Nasio, p. 33).
Visualizado esto, imaginemos ahora como se instala el conflicto entre estos
dos grupos; el de la izquierda cuyo principio dijimos es de “displacer placer”
que ansía de inmediato el placer de una descarga total; y el de la derecha que
se opone a ello y nos recuerda las exigencias de la realidad e incita a la
moderación. Prevalece entonces lo que en Psicoanálisis conocemos como
“Principio de realidad”.
Para un mejor entendimiento, en esta modificación del esquema del arco
reflejo que Nasio nos propone (Nasio, p. 28), podemos ver como entre las
representaciones inconscientes y las conscientes, se ubica una barrera que
actúa como si fuera una capa protectora energética que impide el paso de los
contenidos inconscientes hacia el preconsciente; es precisamente la forma de
representar a la represión en el lenguaje psicoanalítico, cuya finalidad es
evitar el riesgo extremo que corre el sujeto- el yo del sujeto para ser más
exactos- de satisfacer por entero las exigencias pulsionales del ello, lo que
destruiría por desmedido, el equilibrio del aparato psíquico.
No obstante se da el caso, que algunos de esos contenidos reprimidos que
están en el inconsciente, irrumpen bruscamente en la conciencia y sorprenden al
sujeto, quien es incapaz de identificar su origen inconsciente. Son
exteriorizaciones deformadas del inconsciente (síntomas) que logran descargar
una parte de la energía pulsional y proporcionan placer por cuanto alivian la
tensión insoportable de un conflicto.
No olvidemos que estamos hablando de un placer parcial y sustitutivo en
comparación con el ideal que se persigue del placer total. Es de suponer que el
sujeto vive toda esta situación con una gran angustia, dado que la otra parte
de la energía pulsional que no logra pasar por acción de la represión, queda
confinada en el inconsciente y realimenta sin descanso la tensión penosa. Es si
se quiere, una forma de explicar el funcionamiento del aparato psíquico que en
un artículo anterior ya habíamos intentado hacerlo, explicándolo como constructo
teórico y como objeto de estudio de la Psicología. (Ramírez, 2007).
En este caso Nasio va más allá y nos amplía la lógica del funcionamiento
psíquico considerándolo desde el punto de visa de la circulación energética, lo
plantea a manera de resumen en cuatro tiempos: “…un primer tiempo de excitación
continua de la fuente y movimiento de la energía en busca de una descarga
completa jamás alcanzada. Un segundo tiempo en donde la barrera de la represión
se opone al movimiento de energía. Un tercer tiempo en donde la parte de
energía que no cruza la barrera queda confinada en el inconsciente y reactiva
la fuente de excitación y por último, un cuarto tiempo donde la parte de
energía que cruza la barrera de la represión se exterioriza en forma del placer
parcial inherente a las formaciones del inconsciente… termina Nasio diciendo
que Freud razona de conformidad con esta lógica esencial de cuatro tiempos como
lo que presiona, lo que detiene, lo que queda y lo que pasa” (Nasio, p. 39).
Ampliando lo que fue escrito en el artículo anterior (Ramírez 2007),
compartimos con Nasio esta lógica freudiana, pues queda demostrado que desde el
punto de vista dinámico… “hay una lucha entre la noción que presiona y la
represión que resiste, que la fuente de excitación son los denominados
representantes reprimidos y los productos terminales son escapes velados del
inconsciente sustraídos a la acción de la representación”. (Nasio p. 44).
En la teoría psicoanalítica, a estos derivados de lo reprimido se les llama
retorno de lo reprimido o ramificaciones de lo inconsciente, es lo que aflora a
la superficie de la conciencia de manera disfrazada; son los síntomas como lo
dijimos antes que en forma compulsiva y repetitiva aquejan a nuestros
pacientes, motivo de su sufrimiento y razón para acudir a la consulta. En su
primer momento a estos derivados se le conoce como represión primaria (Freud,
1914), pero también se da el caso en algunas situaciones, que estas
ramificaciones del inconsciente una vez llegados a la conciencia pueden recibir
una contraofensiva de la represión, enviándolas nuevamente al inconsciente; es
entonces lo que conocemos como represión secundaria (Freud, 1937).
La gran pregunta de Freud fue precisamente sobre el contenido oculto en
estos derivados; y fueron sus intentos por responder a esa pregunta lo que
significó otro de los grandes descubrimientos del Psicoanálisis al decirnos
Freud, citado por Nasio que “…la significación de nuestros actos fallidos es
una significación sexual” (Nasio p. 57)… agrega además que “la significación es
sexual en el sentido en que la fuente es un representante pulsional cuyo
contenido corresponde a una región del cuerpo muy sensible y sexualmente
excitable a la que llamo zona erógena. En cuanto a la meta, siempre ideal sería
el placer perfecto de una perfecta unión entre los dos sexos, cuya figura
mítica y universal es el incesto”. (Nasio, p. 58).
Esto último de lograrse, es la única posibilidad de una satisfacción
absoluta, pero en el caso de la estructura neurótica como sabemos, surge de
inmediato la defensa básica de la represión, se hace presente la prohibición
del incesto y surgen los actos sustitutivos o tendencias que conocemos como
pulsiones sexuales; múltiples en el inconsciente y cuya existencia está
íntimamente ligada a la historia de cada sujeto. “En la teoría del desarrollo
psicosexual las manifestaciones más notorias de estas pulsiones las encontramos
en los primeros cinco años de la infancia” (Freud, 1905). Los lectores de Freud
saben que el separa la pulsión sexual en cuatro elementos: “…aparte de la
fuente de donde brota (zona erógena), de la fuerza que la mueve y de la meta
que la atrae; la pulsión se sirve de un objeto por medio del cual intenta
alcanzar su meta ideal. Este objeto puede ser una cosa o una persona que algunas
veces puede ser uno mismo; tratándose siempre de un objeto fantasmatizado y
nunca real” (Nasio, p. 60). El placer que estas pulsiones deparan según lo
anterior, no es en ninguna medida el absoluto que se pretende alcanzar, sino
que viene a ser un placer parcial.
El concepto de sexualidad al que nos estamos refiriendo, en ningún momento
se relaciona al contacto de los órganos genitales, pues esta es una sexualidad
que esta revestida de múltiples facetas en donde… “llamamos sexual a toda
conducta que, a partir de una región erógena del cuerpo (boca, ano ojos, voz,
piel, etc.) y asentándose sobre un fantasma, procura cierto tipo de placer.
Fueron los niños y los perversos quienes mostraron a Freud la vasta extensión
de la idea de sexualidad. (Nasio, p. 60).
El caso del placer, tema muy ligado al de la sexualidad, es importante
aclarar que existe un placer que se obtiene por la satisfacción de una
necesidad fisiológica, corresponde al que se asocia con el de saciar el hambre
por ejemplo y la leche que se ofrece como objeto del mundo exterior; y por otro
lado está el placer sexual que es el que se asocia con la succión, el abrazo o
la mirada. Es decir, existe un placer que se obtiene por medio de un objeto
fantasmatizado; la succión, el abrazo o la mirada y el otro que se obtiene por
un objeto real como la leche por ejemplo. Nos dice Nasio que para aclarar mejor
la diferencia entre estas dos formas de sentir placer; el orgánico o
fisiológico y el sexual, se deben aclarar las nociones de necesidad, deseo y amor.
“… la necesidad es la exigencia de
un órgano cuya satisfacción se cumple realmente con un objeto concreto (el
alimento, por ejemplo), y no con un fantasma. El placer de bienestar así
obtenido no es en modo alguno sexual. El deseo en cambio, es una expresión de
la pulsión sexual o, para decirlo mejor, es la pulsión sexual misma cuando esta
respeta dos condiciones: primero la meta, que es el absoluto del incesto; y el
medio para alcanzarla, que es el cuerpo excitado de otro que desea… El amor,
por último es también un apego al otro, pero de carácter global y sin el
soporte de una zona erógena definida” (Nasio, p. 63).
Si ponemos atención a la cita, podríamos concluir que estos tres estados si
se imbrican entre sí, se confunden con lo que todos conocemos como una relación
amorosa.
Volviendo al tema de las pulsiones sexuales, se dijo que estas solo
obtienen un placer limitado porque es el único placer que lograron alcanzar
después de sobrepasar el escollo de las pulsiones del yo, o en otras palabras
la represión. Pero este no es el único escollo nos dice Freud, pues existen
otros dos escollos: el fantasma y la sublimación.
En el caso del
fantasma, este consiste en un cambio de objeto, es cuando el yo instala un
objeto fantasmatizado en lugar del objeto real; para la sublimación lo que
ocurre es que se desvía el trayecto de la pulsión cambiando de meta, siendo
esta última mejor valorada socialmente. Se habla en este caso de los destinos
de las pulsiones sexuales que al decir de Nacio pueden ser “reprimidas, sublimadas,
o incluso engañadas por el fantasma” (Nasio pág. 72), y que además tienen una
historia en cuanto a su desarrollo y van dejando huella en el desarrollo del
sujeto. Es un desarrollo que se inicia con el nacimiento y culmina entre los
tres y los cinco años según la teoría del desarrollo psicosexual freudiano…” se
puede despejar tres fases en la historia de las pulsiones sexuales infantiles.
Tres fases que se distinguen según la dominación de la zona erógena: la fase
oral en la cual la zona dominante es la boca, la fase anal donde el que
prevalece es el ano, y la fase fálica con la primacía del fantasma del órgano
genital masculino o el falo. Esta última considerada crucial con respecto de
las anteriores por cuanto de su desenlace va a depender la futura identidad
sexual. ” (Nasio, p. 72).
Con lo hasta aquí dicho, se ha pretendido aclarar parte del funcionamiento
del aparato psíquico desde la teoría psicoanalítica, y con su ayuda comprender
el significado de nuestros actos involuntarios. Descubrimos como sin los
aportes de esta teoría, por más que lo intentemos, a esos actos no le
encontraríamos ninguna explicación, Esto por cuanto, además de estar
determinados por un proceso inconsciente asociando a otros acontecimientos
antiguos en la historia de cada sujeto, algunas veces incompleta y otras tantas
inexistente, cumplen con la función de reducir la tensión, aparentando cosas
diferentes de lo que parecen a simple vista como en el caso de los síntomas, a
los cuales la única manera de encontrarles sentido es en un proceso de
análisis.
Es decir que para que el sentido aparezca, hace falta la intervención de un
tercero que viene a ser el analista, es únicamente con su ayuda como el
analizante estará en capacidad de enlazar dicho acontecimiento con otros de su
historia. Es precisamente en su enganche con la historia del sujeto como se le
puede asociar al acto actual por extraño que parezca y por consiguiente, su
condición de “acto portador de un sentido” (Nasio, p. 56).
Termina Nasio diciendo que “Nuestros
actos involuntarios, aquellos que no podemos explicar, no solo están
determinados por un proceso inconsciente sino que, sobre todo, tienen un
sentido, al menos el de reducir la tensión” (Nasio, p. 55).
Es por eso que los profesionales de la Psicología, a esos actos que se les
consideraba sin importancia e irrelevantes, hoy les encuentran sentido; pueden
decir estos profesionales sin lugar a dudas, que ese acto involuntario es el
sustituto de otro imposible y absoluto que teniendo que producirse no se
produjo. Pero quizá lo más relevante según nos lo propusimos es que el enfoque
psicodinámico que caracteriza a la Psicología con orientación Psicoanalítica,
se ve fortalecido con la consolidación de un objeto de estudio como lo es el
“aparato psíquico” tal y como lo conocemos hoy; sobre todo a partir del momento
en que Freud en su segunda teoría además del ello como portador de las nociones
pulsionales, consolida al yo como la parte más superficial del ello que se ha
modificado por la influencia del mundo exterior.
Freud termina reconociendo para beneficio de la Psicología, que “el yo es
una instancia mixta en la que coexisten partes conscientes, preconscientes e
inconscientes y agrega a este aparato psíquico un súper yo, que además de
hacerse oír en la conciencia, puede inducir insidiosa e inconscientemente en el
sujeto” (Nasio, p. 92).
Como corolario, a partir de este momento ya no podemos asimilar “lo
inconsciente” con “lo reprimido”. Le dejamos el “trabajo” de análisis de “lo
Inconsciente” a los Psicoanalistas como su objeto de estudio y aceptamos que
los Psicoterapeutas “trabajan” con el material reprimido que está en el
inconsciente, que su objeto de estudio es el “aparato psíquico” tal y como lo
describimos en este ensayo. Reconocemos además que el inconsciente es un
sistema autónomo en donde de las tres instancias, es el ello la que está más
marcada por lo inconsciente.
Freud, S. (1985). Tres ensayos para una
teoría de la Sexualidad-- Argentina: Amorrortu editores.
Freud, S. (1985). Estudios sobre la
Histeria-- Argentina: Amorrortu editores.
Freud, S. (1985). Esquema del
Psicoanálisis-- Argentina: Amorrortu editores.
Freud, S. (1985). Historia del Movimiento
Psicoanalítico-- Argentina: Amorrortu editores.
Freud, S. (1985). Inhibición, Síntoma y
Angustia -- Argentina: Amorrortu editores.
Nasio, J. (1999). El Placer de leer a Freud--
España: Gedisa editorial.
Nasio, J. (2007). El Edipo. El concepto
crucial del Psicoanálisis-- Argentina: Editorial Paidós.
Ramírez, W. 2007. ¿Quién soy Yo? Acta Académica N° 41.-- Costa Rica: Universidad Autónoma de Centro América.