Injerencia de Estados Unidos en Latinoamérica

Carolina Rojas-Fonseca*

 

Resumen

El propósito del presente ensayo es hacer un breve repaso y análisis de la política exterior estadounidense hacia América Latina y el Caribe, desde el siglo XIX hasta principios del siglo XXI, en el marco de la imposición de sus intereses hegemónicos y geoestratégicos.

No cabe duda que entender el origen y motivación para ciertas políticas impuestas por Estados Unidos sobre los países de América Latina y el Caribe, nos va a permitir entender mejor el porqué del estado actual de las cosas, así como nos permitirá emitir juicios más acertados en cuanto a situaciones que vivimos en el presente, y llegar, incluso, a influir en nuestras decisiones futuras.

Palabras clave: POLITICA EXTERNA - ESTADOS UNIDOS AMERICA LATINA - ECONOMIA

*         Estudiante del Bachillerato en Historia de la Universidad Autónoma de Centro América.

Correo electrónico Caro324reds@hotmail.com

Abstract

The purpose of this essay is to make a brief review and analysis of the North American foreign policy towards Latin America and the Caribbean, since the XIX century and until the early XXI century, in the context of imposing their hegemonic and geostrategic interests.

There is no doubt that understanding the origin and motives behind certain policies imposed by the United States over the Latin American and Caribbean countries, will allow us to better understand the reasons for the current state of things, and will, also, allow us to form more accurate judgments regarding present day situations, and even influence our future decisions.

Key words: EXTERNAL POLITICS - UNITED STATES - LATIN AMERICA - ECONOMICS

Recibido: 6 agosto de 2013

Aceptado: 30 setiembre de 2013

Según el diccionario de la Real Academia Española, el verbo injerir, del latín inserĕre, se define como:

1.       Injertar plantas.

2.       Meter una cosa en otra.

3.       Introducir en un escrito una palabra, una nota, un texto, etc.

4.       Entremeterse, introducirse en una dependencia o negocio.[1]

Por lo tanto, al desarrollar el tema “injerencia de Estados Unidos en Latinoamérica” se entiende que se tratará de cómo Estados Unidos ha venido penetrando en los asuntos internos de los países de América Latina, desde hace mucho tiempo, pero, especialmente, desde el siglo XIX. Destino Manifiesto, Política del Buen Vecino, Doctrina Monroe, Política del Gran Garrote, fueron sólo algunas de las herramientas utilizadas por el vecino del Norte, en forma de legislación, para ir imponiendo su voluntad en todo el Continente, disfrazando sus verdaderas intenciones como meros intentos por defender los intereses de los Estados Unidos, lo que, en muchos casos, resultó en numerosas intervenciones políticas y militares en todo el continente.

Desde su nacimiento como nación independiente, Estados Unidos se caracterizó por sus ambiciones y deseos de expansión. A lo largo de los siglos XVIII y XIX sus esfuerzos estaban concentrados en una sola meta: expandirse hacia el Oeste, hacia el Sur, hacia el Este y en el Océano. La primera declaración de lo que se llamaría “Destino Manifiesto” (Manifest Destiny) es desconocido. Se cree que los primeros habitantes de las trece colonias ya profesaban dicha ideología, que declaraba la creencia en que Estados Unidos era una nación destinada a expandirse desde las costas del Atlántico hasta el Pacífico.[2] A principios del siglo XIX, la ideología se propagó entre los círculos sociales y políticos del país, siendo usado como escudo en las intervenciones militares llevadas a cabo durante los 1800.

La Revolución Industrial, que se inició a principios del siglo XVIII en Inglaterra, al llegar a Estados Unidos, contribuyó al desarrollo de ciertas industrias. La creación de maquinaria que agilizaba la manufactura de productos, los avances científicos y técnicos al servicio de la industria, de las comunicaciones y transportes, etc., dio origen a una clase oligarca muy poderosa y con gran capital. Para finales del siglo XIX, debido al proceso de industrialización, se dio un exceso de producción, lo que obligó a los países industrializados a buscar mercados externos donde colocar sus productos, a la vez que buscaban obtener materia prima más barata y dónde invertir sus capitales. Estos elementos contribuyeron para que las naciones ricas emprendieran expediciones por todo el mundo. Se inicia, así, el periodo imperialista.

Este recién interés expansionista generó una lucha por la superioridad en ultramar, ya que se hacía necesario controlar las rutas marítimas de comercio para solidificar el poder y la economía. Para este momento, Estados Unidos ya contaba con una clase burguesa bastante poderosa, así que se inicia la batalla por el control de las islas del Caribe, las rutas marítimas más apetecibles hasta el momento. Es en 1823 cuando aparece el presidente James Monroe, planteando la que sería más tarde conocida como “Doctrina Monroe”. Esta Doctrina dice que no se va a permitir ningún nuevo poder imperial fuera de América (europeo), en el territorio americano (continente); no se va a permitir que una colonia europea pase a manos de otra potencia europea, y si acaso cambia de manos tiene que ser, únicamente, para convertirse en un territorio libre, y la parte más importante: “América para los americanos”. Aquí se debe aclarar que el señor Monroe no se refería a ‘americanos’ como habitantes del Continente de América, sino a los ciudadanos de los Estados Unidos de América.

A partir de 1845, por medio de guerras civiles, Estados Unidos se anexa la mitad del territorio mexicano: Texas, Arizona, Nuevo México, California, Nevada, Oregón, dadas las grandes riquezas (petróleo) que se hallaban en esos territorios. Vendría luego el turno de la Florida, que pasaría a ser el Estado número 27 de los Estados Unidos, en 1845, al ser derrotada España durante la llamada Segunda Guerra Seminola, liberada contra las tribus Seminoles del área.[3]

A continuación, su interés se enfocó en el Caribe, y más específicamente en la isla de Cuba. Estados Unidos tenía importantes inversiones en la isla, sobre todo en azúcar, minería y tabaco. En 1886, España decreta la abolición de la esclavitud, aumentando el proletariado existente en el territorio. El malestar generalizado entre la población contra el dominio español se empezó a extender, hasta llegar a concretarse en la llamada Guerra Chiquita, revuelta fácilmente dominada por el ejército español. Sin embargo, la semilla del descontento estaba sembrada, y en 1895 inicia la guerra por la independencia de Cuba. Las fuerzas cubanas fueron ganando cada vez más terreno y el Ejército Español se fue debilitando rápidamente; para 1898 los españoles estaban casi derrotados.

Misteriosamente, un acorazado con bandera de los Estados Unidos es hundido, y con ese pretexto, los norteamericanos entran en la guerra. La guerra concluyó con la firma de un tratado de paz (Tratado de París, del 10 de diciembre de 1898) entre España y Estados Unidos, en virtud del cual, Estados Unidos recibió el control absoluto de Cuba, Puerto Rico y Filipinas.[4]

Más adelante, en 1901, Estados Unidos chantajea a Cuba diciéndole que la única forma en que desocupará militarmente la isla, es si aprueba la llamada Enmienda Platt, la cual es incluida en la Constitución de la nueva República de Cuba. Mediante esta enmienda Estados Unidos se arrogaba el derecho de intervenir en los asuntos cubanos cada vez que estimara conveniente. Cuba también fue forzada al arrendamiento en perpetuidad de un pedazo del territorio nacional para el uso de la Marina de Guerra estadounidense: La Base Naval de Guantánamo

Hasta este momento, la mayor parte del capital que ingresaba en América Latina provenía de Europa, sobre todo de Gran Bretaña. La Revolución Industrial había creado una potencia económica que no conocía límites, y que precisaba de mercados donde invertir el excedente financiero que producía. Gracias a la gran influencia que el Liberalismo había ejercido en los gobiernos latinoamericanos, y al auge que tenía la industrialización, el capital británico fue muy bien acogido, sobre todo cuando se hizo presente en forma de préstamos para la construcción de ferrocarriles y fundando bancos. Una vez que Estados Unidos se adueñó de las rutas marítimas, y podía controlar mejor la importación y exportación de productos en el continente, inició un proceso para desalojar el capital británico del territorio americano.

Hacia principios del siglo XX, era evidente el interés que Estados Unidos tenía en el control total de los países de América Latina desde todo punto de vista: político, económico y militar. Y era evidente, también, que dicho control sería ejercido de una manera u otra. Así, en un discurso pronunciado en Nueva York en el año 1900, el (aún no) Presidente estadounidense, Theodore Roosevelt, utilizaría una expresión para significar la clase de política exterior que debía ser aplicada a los países latinos: “Speak softly, and carry a big stick” (“Habla suave, y lleva un gran garrote”), insinuando que por medio de la fuerza (militar) la voluntad estadounidense sería impuesta.[5]

Y así fue, efectivamente, en muchas oportunidades a partir de entonces. La primera de las cuales vendría gracias al Tratado Hay-Paucenfote de 1901, firmado entre los Estados Unidos y Gran Bretaña, en el cual la segunda liberaba a la primera del Tratado Clayton-Bulwer, en el cual ambas naciones habían renunciado a construir un canal interoceánico a través de Centro América y bajo el control de únicamente una de ellas[6], tal como se venía planeando desde hacía mucho tiempo.

Estados Unidos ya había firmado el Tratado Herrán-Hay con Colombia para construir el canal interoceánico por el territorio de Panamá, pero al ser sometido al voto del Senado colombiano, el Tratado no fue ratificado. Aprovechando que los panameños venían intentando independizarse desde hacía 80 años, el gobierno estadounidense se une a los separatistas, siempre buscando sus intereses (construir el canal), y se da así la independencia de Panamá el 3 de Noviembre de 19037. Tan sólo un año después, en su discurso anual, el Presidente Roosevelt haría referencia al “Corolario a la Doctrina Monroe”, justificando las intervenciones militares como un “derecho” de los Estados Unidos a intervenir en asuntos de otros países, sobre todo en América Latina, en defensa de los intereses de ciudadanos estadounidenses.

En Centroamérica la influencia y control norteamericano se dieron de una manera muy particular: con enclaves, y específicamente, enclaves bananeros. El Presidente de Costa Rica, Tomás Guardia (1870-1876, 1877-1882), determinó que la construcción de un ferrocarril para transportar el café hacia el Atlántico era imprescindible para la creciente economía costarricense. Así, concretó un préstamo con un banco de Londres, y a la vez, un contrato con el empresario norteamericano Henry Meiggs, encargado de construir el ferrocarril en Chile, para que llevara a cabo la obra (1871).

Este contrato sería luego traspasado al sobrino del señor Meiggs, Minor Keith, quien se encargaría de acabar la obra. Sin embargo, en 1882, el gobierno empezó a incumplir con los pagos, por lo que el gobierno llegó a un acuerdo con Keith: 800 mil hectáreas de terreno, libres de impuestos, fueros cedidas al norteamericano; además, se le cedió el control del ferrocarril por los siguientes 99 años, y la exoneración de impuestos en todos los materiales de construcción que importara.

A partir de estas concesiones, el señor Keith empieza a sembrar banano en las zonas a lo largo de la línea del tren, y, con el tiempo, al irse adueñando de más terreno, sus fincas de banano siguieron creciendo. Gracias a sus conexiones, logra colocar las exportaciones de banano en buenos mercados en la Costa Este de los Estados Unidos, consolidándose como el único proveedor de la fruta en tan sólo algunos años.

El hecho de que el banano fuera el único producto cultivado en la zona Atlántica, limitó las posibilidades de los residentes del área de conseguir empleo o producir otros productos para consumo y/o        venta.    Poco       a              poco, la            compañía,           United Fruit Company, se convertiría en el único empleador de la zona, así como el dueño absoluto de las tierras. Las excelentes relaciones que la compañía mantenía con el gobierno costarricense le permitieron librarse de pagar impuestos, y al mismo tiempo, acaparar ciertos pagos cobrados en la aduana, pues el puerto estaba ubicado en terreno de la UFCO.[7]

Con políticas como estas, además de otras estrategias de comercio, no siempre legítimas, la UFCO se fue consolidando tanto dentro como fuera del país, y pronto empezó a expandirse por otros países de Centro y Sur América: Guatemala, Honduras, El Salvador, Nicaragua, Panamá y Colombia. Al controlar la mayor parte de la economía de los países, la compañía era quien determinaba las estrategias a seguir en ciertos aspectos políticos, sociales y económicos. Estos mismos procesos se pueden aplicar a otras zonas, como por ejemplo Argentina, Chile y Bolivia, donde los dueños de las minas eran, precisamente, compañías norteamericanas, quienes operaban de la misma manera.

En 1914 estalló la Primera Guerra Mundial. Inglaterra, Italia, Alemania, Bélgica, Francia, Rusia, y el Imperio Austro-Húngaro se enfrascaron en duras batallas, que culminarían en la condena de Alemania como iniciador del conflicto, y un periodo de crisis para toda el área debido al deterioro de la infraestructura tanto en el campo como en la ciudad, escasez de mano de obra debido a las migraciones y miles de muerte, crisis agrícola, y por ende, de alimentos, deterioro de la economía, declive del poder político y económico de los países europeos, etc.

Estados Unidos, al estar localizado lejos del área del conflicto no se vio afectado en su economía por éste. De esta manera iniciaron un proceso de financiación y abastecimiento a los países que habían sido afectados por la guerra, con lo cual su economía se fortaleció aún más. El país se erigía ahora como la Primera Potencia Mundial. Estados Unidos era, para ese momento, el principal productor y exportador de materia prima, productos industriales y alimenticios, a nivel mundial. Sin embargo, los países europeos empezaron a suspender las importaciones debido a los altos niveles de deuda en que había caído de la Guerra, con lo que el país ya no tenía dónde colocar el excedente de producción.

La economía norteamericana se debilitó, por lo que el gobierno decidió facilitar créditos para levantar la economía, las acciones de la Bolsa de Valores subieron de precio y una especulación generalizada provocó la venta de acciones y el retiro de capitales de los bancos, culminando en el Jueves Negro, o crack de 1929 (crack de Wall Street). Esta crisis vendría a afectar la mayor parte de los países del mundo. En América Latina, la Crisis del 29 dio como resultado el agotamiento del modelo agroexportador, imperante en toda la zona, debido a la paralización del comercio exterior, con la consiguiente reducción de los ingresos, hubo un aumento en los niveles de desempleo y la inflación se disparó. Al darse la quiebra de gran cantidad bancos y empresas a nivel mundial, Estados Unidos se convierte en El Banco del mundo, aumentando su influencia en las economías, y sobremanera en las latinoamericanas. Ante esta hegemonía, el dólar pasa a ser la moneda de respaldo, la dependencia económica de América Latina hacia Estados Unidos se acentúa.

Debido al deterioro del modelo agroexportador, las economías americanas se ven en la necesidad de adoptar otros modelos para superar la crisis y disminuir la dependencia de las potencias. Es, entonces, cuando surge la idea de cambiar la importación de productos por la fabricación de productos, es decir, producir bienes de consumo y medios de producción en el propio país para dejar de importarlos. Se inicia la llamada industrialización por sustitución de importaciones.

Este modelo se mantuvo hasta, aproximadamente, la década de 1980. El modelo tuvo mayor éxito en aquellos países que contaban con numerosas poblaciones, y cuyos niveles de ingresos permitían el consumo de productos elaborados localmente. Entre los países que más éxito tuvieron implementando la industrialización por sustitución de importaciones están: Argentina, Brasil y México, y en menos escala, Chile, Uruguay y Venezuela.

Entre 1900 y 1930 se pueden citar varias invasiones estadounidenses a países de América Latina, así, aparte de las ya mencionadas podemos citar:

      1904, República Dominicana. Invasión bajo pretexto del desajuste financiero que sufría el país (cobrarse la deuda externa).

      1905, México. Como apoyo al dictador Porfirio Díaz.

      1905, Honduras. Primera invasión.

      1906, Cuba. Segunda intervención militar, duraría dos años, para prevenir una guerra civil.

      1907, República Dominicana. Se obliga al gobierno dominicano a entregar la recaudación de los ingresos aduanales durante los próximos 33 años.

      1907, Honduras. Segunda invasión para resolver una guerra con Nicaragua.

      1908, Panamá. Primera de cuatro invasiones en 10 años.

      1909, Nicaragua. Deposición de José Santos Zelaya quien promulgó leyes contra minerías y bananeras estadounidenses.

      1910, Nicaragua. Apoyando a Adolfo Díaz.

      1911, República Dominicana. Ocupación militar que duraría hasta 1914

      1911, Nicaragua. De nuevo son invadidos por los ‘marines’, esta vez permanecerían hasta 1924.

      1912, Cuba. Apaciguamiento de una rebelión iniciada por empleados azucareros.

      1912, Nicaragua. Descontento con la ineptitud de Díaz. Intento de cambiarlo. Permanecen hasta 1925.

      1912, Honduras.

      1914, México. 300 muertos.

      1915, Haití. Los ‘marines’ invaden para “restablecer el orden’, permanecen hasta 1934.

      1917, Cuba. Esta vez se quedarían por dos años para garantizar las exportaciones de azúcar durante la I Guerra Mundial.

      1917, México. En busca de Pancho Villa.

      1922, Cuba.

      1924, Honduras. Cuarta invasión. Honduras ocupaba el primer lugar a nivel mundial en exportación de bananos (UFCO).

      1925, Honduras. Quinta invasión.

      1925, Panamá.

      1926, Nicaragua. De nuevo los ‘marines’ se apersonan en el país centroamericano. Creación de la Guardia Nacional.

      1930, República Dominicana. Instauración del régimen dictatorial de Rafael Leónidas Trujillo.[8]

Al analizar la historia de las relaciones entre Estados Unidos y América Latina, nos damos cuenta que en todo momento la intención detrás de toda acción ha sido solo una: expansionismo por medio del control económico y político. América Latina ha sido llamada por los gobiernos estadounidenses “nuestro patio trasero”, “nuestra pequeña región de por aquí”, “hemisferio propio”, etc. Nunca ha sido tomada en serio, ni nos han visto como naciones independientes, merecedoras de respeto. Pareciera que haber vivido en una Europa de gobiernos represores les dejó marcados, traumatizados, por lo que, al emigrar hacia un nuevo territorio se propusieron ser ellos, en adelante, los opresores, y nunca más los oprimidos.

Desde un principio, y utilizando su famoso Destino Manifiesto para enmascarar su codicia y avaricia, y más tarde apoyándose en declaraciones como “en el interés de los ciudadanos ‘americanos’”, o “para resguardar la seguridad de nuestras fronteras”, se han tomado la libertad de hacer lo que les place con respecto a los territorio, gobiernos, economías, etc. de todos los países de América Latina. Ayudados por un fuerte y poderoso aparato militar, y haciendo uso del gran capital acumulado a través del tiempo, han venido penetrando, poco a poco, de una forma u otra, nación tras nación, hasta desarmarlas de adentro hacia afuera, dejándolas vulnerables y dependientes de ellos. Para los Estados Unidos, capitalismo y seguridad militar van de la mano, formando dos lados de la misma política aplicada.

Una de las mayores contradicciones que se puede notar en las relaciones entre Estados Unidos y América Latina es que, por un lado, proclaman ser la mayor democracia del mundo, pero a la vez, se han encargado de invadir las demás naciones independientes y volverlas apéndices de ellos, irrespetando su soberanía, a veces por medios directos, abiertos y obvios, como las intervenciones militares, y otras de formas más disimuladas, como a través de la política, o la economía, pero siempre blandiendo el estandarte de la democracia y que su deber es llevarla a los demás países del mundo. Estas y otras políticas son las que han llevado a que en varios países surjan levantamientos, que, en el fondo, son muestras de desprecio por el gobierno norteamericano y los sistemas impuestos, dado que quienes más sufren son los más pobres.

En todo momento, Estados Unidos ha hecho lo que ha querido. Han podido mantener un control total de las economías, y la política latinoamericana, sin que hayan encontrado mayor obstáculo. De hecho, se las han ingeniado para controlar los gobiernos en aquellos países claves para su beneficio, colocando presidentes o dictadores títeres, que saben muy bien que trabajarán, en conjunción con las oligarquías, para brindar la mayor cantidad de beneficios al vecino del norte.

América Latina tiene un sólo valor para los Estados Unidos, y éste es monetario, financiero, económico. Siempre nos han visto como menos. Cuando en algún momento los países menos desarrollados de la región pensaron o esperaron que la gran potencia norteamericana serviría de protector en momentos de crisis, cuando la ayuda fue solicitada pensando que se solidarizarían con sus vecinos, la respuesta recibida siempre llevó sangre de por medio, y no precisamente la sangre norteamericana. Siempre habían condiciones de por medio, tratos, intercambios, algún tipo de canje que resultara en pérdidas para el país en aprietos, y enormes, de hecho desproporcionales, ganancias para el país ‘protector’.

Cuando en algunas ocasiones de desesperación alguna de las pequeñas ovejas se alejaba del rebaño, el pastor se aseguraba que regresara y permaneciera en calma y sin deseos de repetir el osado intento por liberarse, con métodos que así lo aseguraran. Cada revuelta fue depuesta, cada Presidente opuesto a las ‘reglas’ fue sustituido, desacreditado, encarcelado, expulsado, o incluso asesinado; cada asomo de socialismo o comunismo, por pequeño que fuera, fue duramente atacado y eliminado. El control se mantenía en todos los aspectos, así debía permanecer.

Y así permanece hasta hoy día. Aunque con algunos intentos más fuerte y serios de oponerse a la política de control total norteamericana, sobre todo en países de América del Sur, y la siempre anti imperialista Cuba, América Latina sigue siendo el traspatio de esa nación. Las antiguas dictaduras, tan costosas de mantener, ahora han sido sustituidas por organismos internacionales (FMI, OEA, USAID, BM, etc.) lo que ha resultado mucho más práctico y con mejores resultados, con lo cual librarse de la dependencia creada se hace más y más difícil y utópico: el consumismo y la globalización tampoco ayudan. Indudablemente, a la hora de contar la historia latinoamericana hay que dedicar un amplio capítulo al papel jugado por Estados Unidos, es parte de América, y es parte de las historias individuales de cada nación, de una forma u otra, gústenos o no. Queramos aceptarlo o no, es la realidad, y así seguirá siendo, al menos, en el futuro cercano.

Bibliografía

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Guerra, R. (2011). Historia Elemental de Cuba. Selección. Gran Canaria: Red.

Jiménez, L. (2013). Historia de América 1 (1820-1940) Contexto Internacional. San José: Facultad de Ciencias Humanas, Universidad Autónoma de Centro América (inédito).

La Feber, W. (1993). Inevitable Revolutions. The United States in Central America (2 Ed.). Nueva York: Norton.

Pérez Brignoli, H. (2010). Breve historia de Centroamérica. Madrid: Alianza.

Quesada Monge, R. (1990). América Latina y el Mundo Contemporáneo. Primer Período 1880-1930.Antología de historia de la cultura. San José: EUNED.

Zapata, F.; Cerutti, H; Funes, P. (2011). El pensamiento filosófico, político y sociológico (Vol. 2). México, D.F.: Secretaría de Relaciones Exteriores de México.



[1]          http://www.rae.es/rae.html

[2]         http://es.wikipedia.org/wiki/Doctrina_del_destino_manifiesto

[3]         http://es.wikipedia.org/wiki/Florida

[4] Guerra, R. (2011). Historia Elemental de Cuba. Selección. Gran Canaria, España: Red Ediciones.

[5]         http://en.wikipedia.org/wiki/Big_Stick_ideology

[6] Pérez Brignoli, H. (2000). Breve Historia de Centroamérica. Madrid, España: Alianza Editorial. 7                                            http://es.wikipedia.org/wiki/Separaci%C3%B3n_de_Panam%C3%A1_de_Colombia

[7] Contreras Solís, F. (1974). Evolución Histórica del Enclave Bananero en Costa Rica. San José, Costa Rica: UCR

[8] http://juventud.psuv.org.ve/wp-content/uploads/2010/07/cronologia-de-invasiones-deestados-unidos-en-america.pdf.                                           http://www.zompist.com/latam.html