Acta Académica, 60, Mayo 2017, ISSN 1017-7507

China, por los antiguos caminos de la medicina y otras cuestiones

María Mayela García-Ugalde*

Resumen:

El artículo discute la historia antigua de la medicina china tradicional así como la historia de la práctica médica; mentores y los diversos métodos terapéuticos para el tratamiento y protección de los enfermos contra las enfermedades.

Palabras claves: MEDICINA CHINA - USO TERAPEUTICO - HISTORIA - CHINA - MEDICINA ALTERNATIVA

Abstract:

The article discusses the ancient history of traditional Chinese medicine as well as the history of medical practice; mentors and the various therapeutic methods for the treatment and protection of patients against diseases.

Keywords: CHINESE MEDICINE - THERAPEUTIC USE - HISTORY - CHINA - ALTERNATIVE MEDICINE

Recibido: 13 marzo de 2017

Aceptado: 20 de abril de 2017

El apogeo de la medicina alternativa en las postrimerías del siglo XX que ha revitalizado el uso de la acupuntura y los canales energéticos en Occidente, nos transporta hacia China. La China nombrada por los romanos como Sinae, país de la seda. Marco Polo la conoció como Cathay que tiene su origen en el pueblo altaico de Kitán, que fundó la Dinastía Liao en el siglo X. Pero en general los europeos hacían una derivación del nombre de la dinastía reinante en la época de gran actividad del comercio de la codiciada seda, la dinastía Qin, la primera dinastía imperial, llamándola Tschin, Tschina o Tzinistán. Verdaderamente la dinastía Qin es la más antigua y nos lleva a la época de unificación en el año 221 a. C. cuando el emperador Qin Shi Huang, “El augusto emperador” inicia el largo recorrido hacia la China imperial y cambia la estructura de reinado por la de imperio, este periodo que duró, con ciertas interrupciones y continuado en dinastías sucesivas, hasta la caída de la dinastía Qing en 1911- 12 d. C. momento en que la fragilidad de la tradición milenaria quedó de manifiesto, la guerra civil carcome al “Imperio”, y la fuerte explotación comercial de la potencias extrajeras promueve la corrupción administrativa. El “Imperio” se desintegra, el “Imperio” se desmorona de forma poco meritoria por la subyugación moral y espiritual, el milenario “Imperio” agoniza, el “Imperio” cae hecho polvo. (García, 2009) La medicina china es la más antigua de todos los tiempos. El primer hombre, el hombre primitivo, en su primer dolor llevó la mano instintivamente a la zona dolorida y trató de calmarlo masajeando, presionando, realizando así la primera maniobra de dígito puntura o mejor dicho de dígito presura.

La prehistoria de la medicina china se sustentaba en ritos mágicos y encantamientos practicados por hechiceros y chamanes. Era un período comprendido por tres emperadores legendarios. El primero de ellos fue Fu Hi, de quién se proclama que creó el pausa, símbolo compuesto por trazos yang y trazos yin y sería también el autor del Ya Long o “Libro de los Cambios o la Mutaciones”. El segundo, Chan Hong (2800 a. C), el Emperador Rojo el gran padre de la agricultura, gestor del bienestar del pueblo, se le adjudica el primer herbolario médico o “Tratado de las Materias Medicinales” o Pont – Tosa. Así cuenta la leyenda que una mágica poción le mutaba la piel del abdomen haciéndola transparente proporcionándole la posibilidad de observar la acción de las plantas que probaba. (Elorduy, Ca 1983), (Pergola-

Okner, 1986), (García, 2009),

El reino de los Cheu occidentales, los hijos del cielo, se extendió desde el año 1027 hasta el 221 a. C. Durante su supremacía se descubrió el hierro, que fue utilizado en la manufactura de arados, azadas, hoces e instrumentos puntiagudos que reemplazaron en Medicina a las agujas de piedra y de hueso usadas en acupuntura. En el año 624 fue creado el Gran Servicio Médico, en el que se supervisaban los estudios de medicina y se organizaba la investigación. De esta época hay descripciones muy precisas de numerosas enfermedades como la lepra, viruela, sarampión, sarna, disentería y cólera. De enfermedades carenciales como el beriberi y el raquitismo. Entre los textos médicos más antiguos se incluyen el Tso – Chuan. (320 – 300 a.C.) Antes de éstos textos los conocimientos médicos se transmitían oralmente y mediante escritos realizados sobre huesos o caparazones de tortuga grabados. Más tarde se escribe el Cheu-Li o “Ritos de los Cheu”, libro en que se mencionan, por primera vez, las vísceras. Es un tratado de mayor complejidad que evidencia un perfeccionamiento de la organización médica. (Pergola-Okner, 1986).

Así podemos escrutar que desde los tiempos de la Nueva Edad de Piedra, la cultura china se desarrolló con mayor continuidad, principalmente en el valle del río Wei, al norte, cuna del reino medio. Aunque ya, desde el 2000 a.C., los chinos habían domesticado al perro, la cabra, el cerdo el caballo y el cordero. La historia de este pueblo data desde el 1500 a.C. época en que inventaron el torno de cerámica para fabricar utensilios, durante el establecimiento de la soberanía Shang-Ying en la actual provincia de Honan. (García, 2009, p.18).

Desde tiempos muy antiguos se evidencia la importancia que le daban los habitantes de China a la medicina, así cuenta la historia que cuando la princesa Wen Cheng del clan del emperador Taizong llegó aplaudida con vítores al Tibet, su dote de boda incluía trescientos volúmenes de las escrituras budistas y libros clásicos “Hans” y el emperador Taizong la agasajó con objetos religiosos, trescientos textos clásicos de práctica de oráculos, un espejo de cobre capaz de señalar lo bueno y lo malo, cien prescripciones de medicina para cuatrocientos cuatro enfermedades, seis tipos de instrumentos médicos cuatro tratados de medicina y otras cosas más. (Wang, J. Nyima, G.1997, p.8).

En la dinastía Han (206 a.C. 220 d.C.) Chang´an fue el emplazamiento de diferentes capitales imperiales importantes y se convirtió en una grandiosa capital, cruzada por el camino de la seda, la ruta de los mercaderes que provenían desde Europa, la India y el Medio Oriente. Chang’an fue una gran metrópolis multicultural, comparable a Roma. (Daniel C. Waugh). La cultura estaba muy desarrollada. Escribían con pincel y tinta en papel fabricado con tiras de bambú. Durante esta dinastía se escribió el Nan Ching, o Nei Ching o “Tratado de las Dificultades”, el gran canon de la medicina china, es el Tratado de Medicina del Emperador Amarillo que comenzó a escribirse probablemente alrededor del 300 a.C, un viejo libro de medicina, con una gran cobertura del saber médico que llega vigente hasta nuestros tiempos. La tradición atribuye la autoría del Nan Ching a Bian Que, primer y legendario acupuntor de la antigüedad, sin embargo, esto es históricamente imposible y es una ficción. Es un libro que presenta un sistema coherente de la diagnosis por el pulso, fijándose en las tres posiciones y los diversos niveles del cun kou o arteria radial, que se encuentra en relación al proceso estiloides de las muñecas. En general está escrito para aquellos que trabajan con energías sutiles y explica cómo evitar y corregir desequilibrios, es el “Tratado de lo Interno” y consta de dos libros de nueve capítulos cada uno. (García, 2009).

Lo extraordinario es que los médicos del “Imperio Celeste”… conocían la circulación de la sangre ya desde el siglo II a.C. Este último concepto no se conoció en Europa hasta 1546, gracias a Miguel Servet. En el siglo II a.C. los chinos, adelantados en más de dos mil años a la bioquímica moderna, sabían aislar las hormonas sexuales e hipofisarias de la orina humana, fabricando medicamentos para tratar enfermedades del sistema endocrino.

Realmente los textos más antiguos que hablan de la tradición médica se refieren a la manera en la que el hombre debe vivir y estar en armonía con el Universo y sus leyes. En el pensamiento chino existe un principio inmutable y eterno, el TAO que significa la vía o el camino. El taoísmo filosófico se desarrolló a partir de los escritos de Laozi y Zhuangzi. El objetivo fundamental de los taoístas es alcanzar la inmortalidad, entendida esta no literalmente, sino como longevidad en plenitud. Se manifiesta en el estado de reposo, Yin y en el movimiento, Yang. El Yang, la fuerza activa, el principio masculino, el cielo, la luz, la fuerza, el calor, la dureza y la sequedad. El Yin, la fuerza pasiva, el femenino, la luna, la tierra, la oscuridad, la blancura, la debilidad, el frío, la humedad, en suma todas las actividades pasivas y negativas. La tercera fuerza es el tao, o fuerza superior que contiene a las tres, formando parte de una única naturaleza. Este modelo originariamente teológico se hizo más tarde filosófico y secular. Tseu - Yen (336 – 280 a. C.) deslumbrado probablemente por la cultura hindú, introdujo en la cosmología china el elemento cósmico o principio material energético, el universo o macrocosmos compuesto por agua, tierra, fuego, madera y metal, y el hombre, microcosmos se vería equivalentemente concordado por esos elementos , así los S. IVII a. C. el taoísmo ejerce influencia en la alquimia, la medicina, la magia y la adivinación, principios que se constituirán en el basamento de la Medicina Tradicional China. Posteriormente influyó en las artes marciales, con sus conceptos de chi aplicados tanto a la salud como al combate, surgiendo así diversos estilos de kung-fu taoísta y disciplinas como el chi kung y el taichí. (Maspero, H, 2000).

Los mitos son relatos tradicionales que cuentan la actuación memorable de personajes extraordinarios en un tiempo prestigioso y lejano (García, C. 2001). En el taoísmo, los libros sagrados hablaban de un lugar paradisíaco situado en la cúspide de una montaña de la isla de Peng Lai, en los Mares Orientales, es decir, en el Océano Pacífico. De allí arribaron los sabios inmortales, los “Hijos del Cielo” (Tiznan), que surcaban los aires con sus mágicos aparatos voladores y podían dominar las energías de los truenos y los relámpagos. La isla simboliza la felicidad, porque aquí es donde crecen los mitológicos hongos de la inmortalidad. Los primeros mapas elaborados por los chinos estuvieron destinados a describir la isla de Poeng Lai, cuyos contornos se tallaban en relieve sobre incensarios y vasijas. Incluso se dispusieron varias expediciones para localizar aquel paraíso perdido, pero todas ellas regresaron sin poder dar noticias ni de su ubicación ni de los inmortales que allá tácitamente moraban. (Zhaoming, 2009). No obstante, los chinos no perdieron la memoria de sus orígenes y por eso se dieron a sí mismos el calificativo de “Hijos del Cielo”. Hoy Peng Lai se ubica en el Condado de Shandong en China Oriental y es un lugar de cuentos y de embrujo. Según la mitología, el antiguo castillo costero de Penglai, ubicado a unos sesenta y cinco kilómetros al noroeste de Yantai, asienta la morada de los dioses. El Peng Lai Ge (Pabellón Penglai) se alza sobre un acantilado con horizonte al mar y goza una ancianidad de mil años, mil años o más de los “Hijos del Cielo”. (Anónimo, 2011).

Los chinos utilizan el ideograma zhong guo que significa el país del centro, el núcleo, el punto de equilibrio, concebido como el corazón del universo, el palpitante, el único, lo supremo.

Pero el centro de equilibrio, el yin y el yang, la armonía suprema, la paz celestial, la abundante fragancia, la paz universal, la benevolencia y la sabiduría, la pureza celestial, la gran virtud, ideales plasmados en tradiciones y leyendas, sugestiones y fascinaciones filosóficas, nombres de palacios, pagodas y templos, en las puertas de la Ciudad Prohibida, la enigmática ciudad, la exclusiva, la única, la íntima, la oculta, la fiel testigo del poder y el gobierno durante quinientos años de los emperadores chinos. Dichas máximas sublimes distan mucho de la realidad física, social, antropológica o histórica. La China se integró de sacrificios, dolor y sufrimiento, contrastes y extremos. Majestuosas montañas nevadas, verdes y extensas planicies, áridos desiertos y caudalosos ríos, gélidos en invierno y tórridos en verano. Impresionantes palacios y pagodas construidos con el más exquisito detalle artístico, de dimensiones colosales que asombran y deslumbran, pero de un usufructo muy reducido, solo la clase gobernante, solo los superiores, solo los” Hijos del Cielo”. Elementos que se convierten en entes irritantes al ojo que establece parámetros con la pobreza del campesino, el obrero y el pueblo oprimido de todos,… todos,… todos los tiempos. Durante cuatro mil años de historia se ha ejercido la esclavitud y la crueldad más inaudita conjugadas con la sensibilidad más absoluta.

Las dinastías, sabios y emperadores, el gobierno del pueblo, con “El Gran Salto Adelante” y la “Revolución Cultural” que conduce a la peor hambruna de la humanidad cuando el campesino es enviado a la fábrica negando a la población el fruto de la tierra. O la más feroz desculturización que haya sufrido el mundo, cuando se le vedó al pueblo el derecho a su tradición artística milenaria, toda ella oculta, cubierta, negada. Todos y cada uno de los artífices de cambio, para bien o para mal, radical o sutil, temprano o tarde pero siempre el escudo sobre el que se descarga el golpe es la gente, la gran masa que conforma la nación. Tiananmen, que significa “La paz celestial”, cuyo ideograma da nombre a la puerta de entrada a la “Ciudad Prohibida”, prohibida para todos menos para los “Hijos del Cielo”. Y da nombre a la gran plaza, la plaza más grande del mundo, escenario de la descomunal masacre estudiantil del 4 de junio de 1986, en época de Mao, para reprimir la colosal manifestación. Los manifestantes emanaban de diferentes grupos, desde intelectuales que creían que el gobierno del Partido Comunista era represivo y corrupto, a trabajadores de la ciudad que creían que las reformas económicas en China eran desatinadas y que la inflación y el desempleo estaban coaccionando sus formas de vida. El gran contraste: la nominación, La Paz Celestial y la acción: la aniquilación de congéneres. El propósito y el resultado: antagónicos, incompatibles, discordantes, inconciliables, como agua y aceite. (Nathan, J., Link, P., 2001).

La penetración imperialista de mediados del siglo XIX, la “Guerra del Opio”, la guerra civil, la guerra anti-japonesa y la expansión del mercado destruyeron los cimientos de la milenaria China Feudal. Cuando Mao toma el poder en 1949, China venía de veinte años de guerra, su territorio había estado invadido por el imperialismo japonés y había sido sometida y socavada por el opio. Su población era, en un setenta u ochenta por ciento campesina y con altos grados de analfabetismo, hambrunas periódicas castigaban severamente al pueblo. Las condiciones económicas y sociales eran terribles: miseria, malnutrición, trabajadores en régimen de semi-esclavitud y profundo vasallaje. Con el ascenso de Mao Tse Tung se logró, con métodos draconianos, acabar en la década del cincuenta con el consumo del opio: vicio prolongado que tanto daño había causado a la sociedad china. Pero la etapa de gobierno de Mao estuvo definida por penetrantes campañas de reafirmación ideológica, que provocan magnas convulsiones sociales y políticas. Luego un constante crecimiento del nivel de vida y los nuevos principios del libre mercado, coinciden en “el país de los grandes contrastes”. Como señala Lin Chun, el crecimiento económico en China supuso el “necesario” sacrificio de la población rural. Y si razonamos que fue precisamente dicha población la que constituyó la fuerza primaria de la revolución comunista, la traición deliberada de sus líderes los nuevos “Hijos del Sol”, que dieron absoluta prioridad a la industria y al desarrollo urbano, resulta incuestinable. (Vorholz, F., 1994).

Con la reapertura a Occidente favorecida por Den Xiaoping y su programa de reformas, China se convierte en el paraíso del consumo. Tiene de todo, absolutamente de todo, lo extraño es lo único típicamente chino. La población china experimenta una profunda transformación en sus modos de vivir, los valores, las creencias, los gustos y las actitudes revelan dicho cambio. Los más jóvenes se distinguen de los mayores por las ropas y los colores del pelo que algunas veces resultan extravagantes en su sed de occidentalización. Los más jóvenes, hablan del “chairman Mao” en inglés (jefe Mao). Aunque los mayores no hablan inglés, se manejan por señas y exhiben la intención de agradar al extranjero y hacerlo sentir a gusto. Donde se movían los guardias “rojos” controlando las luces de neón consideradas “demasiados burguesas”, hoy están los agentes de bolsa delante de sus computadoras. Pero aún… el partido en el poder es el mismo, el comunista, el “el del proletariado”. Aproximadamente treinta años después de la muerte de Mao, se prepara el ingreso de los capitalistas en lo que resta de un partido todavía oficialmente obrero. ¿Todavía obrero, o de los nuevos “Hijos del Cielo?”.

Muy probablemente la medicina china antigua tuvo una intención más allá de curar, intención de armonizar, atenuar, compensar, concertar y sobre todo prevenir para equilibrar las fuerzas ejercidas por los contrastes en que se veía sumergida la gran población humana que habitaba las regiones del río amarillo. La concepción cosmológica determina un modelo de enfermedad basado en la ruptura del equilibrio, y del tratamiento de la misma en una recuperación de ese equilibrio primordial. Basada en los principios taoístas, la función principal de la Medicina es regular la circulación de la energía vital, el Qi o chi a través de los canales energéticos. Dichos canales forman parte de una red invisible de resonadores de energía o puntos clave, esta red integra todas las sustancias fundamentales y los órganos del cuerpo. Los resonadores de energía mantienen una relación con los órganos: Zang-Fu, y permiten una comunicación entre lo interior y lo exterior, además de enlazar la parte superior con la inferior del cuerpo. Su objetivo es cuidar y mejorar los tres raudales básicos de la substancia humana los cuales son: la vitalidad, el espíritu y la energía. (Budris, F., 2004).

El planteamiento energético del hombre como ser del universo es un milenario estilo de vida, una concepción propia como seres estelares, como “Hijos del Cielo”, hacia la eternidad permanente de cada día como en “la isla de Poeng Lai”, todo un viaje, una intención, una puesta en escena de un acto sanador intenso, profundo e inmediato, ejecutado con persuasión y en constante evolución.

Bibliografía

Budris, F. (2004). Medicina Tradicional China. Agama Publicaciones.

Elorduy, C. (1983). El libro de los cambios (I Ching). Primera versión directa del chino al español. Madrid: Editora Nacional.

ERA ATLANTA. (2011, enero,28). Penglai y Horai. Las islas de la inmortalidad. [Mensaje de un Blog]. Recuperado de, http://eraatlanta.blogspot.com/2011/01/penglai-y-horai-las-islas-dela.html.

Fazio V., H. (2012). Rusia y China. De la disimilitud comunista a la divergencia poscomunista: contraste de experiencias. Universidad de los Andes, Ediciones Uniandes

García, M. (2008). Historia de la Odontología. MG Editores.

García G., C. (2001). Mitos, viajes, héroes. Punto de lectura.

Laín E., P. (1978). Historia de la Medicina. Santiago, Chile: Salvat Editores.

Maspero, H. (2000). El taoísmo y las religiones chinas. Madrid: Trotta.

Pergola-Okner. (1986). Historia de la medicina desde el origen de la humanidad hasta nuestros días. Buenos Aires, Argentina: EDIMED-Ediciones Médicas.

The Tiananmen Papers, The Chinese Leadership’s Decision to Use Force Against their Own People—in their Own Words. (2001) Editado por Andrew J. Nathan, Perry Link y Orville Schell. Nueva York, EE.UU.: ABACUS

Vorholz, F. (1994) China en transformación. Debats, 47: 27-32.

Wang J, N. (1994) El estatus histórico del Tíbet de China. China Intercontinental Press.

Zhaoming. (2013, 5 de enero). China mítica. Nuestros dioses y demonios (Los 8 inmortales). Foros de Cultura China, 21:25.

* MSc en Morfología, MSc en Historia de la Medicina y Catedrática U.A.C.A. Profesora de Histología en Universidad Federada de Costa Rica. Tels: 88411132, 2253 7709. mariamayelag@hotmail.com