El intelectual y el mercado
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Resumen
El intelectual nunca ha sentido simpatía por el mercado: para él, siempre ha sido un lugar de hombres vulgares y motivos bajos. Sea este intelectual un antiguo Filósofo Griego -quien veía la vida económica como una necesidad poco placentera que nunca debía permitirse que se transformara en obstaculizadora o dominante- o sea un hombre moderno quien enfoca su desdén en los artefactos o en Madison Avenue- la similitud básica de opiniones ha sido pronunciada.
Ahora bien, ustedes y yo somos intelectuales, según se utiliza esta palabra yo lo soy automáticamente, porque soy un profesor y porque compro más libros que palos de golf. Ustedes son intelectuales porque en general están bien instruidos, y porque preferirían ser senadores de los Estados Unidos o galardonados con el Premio Nobel, que directores de la Mobil Corporation. La cuestión que quiero plantear no es si los intelectuales deben amar el mercado -aun un profesor de Economía de escandalosas tendencias conservadoras, no puede animarse a decir que los gritos de cinco subastadores rivalizan con un quinteto de Mozart.
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